El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firmó una proclamación explosiva que prohibirá […]
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firmó una proclamación explosiva que prohibirá la entrada a ciudadanos de 12 países y limitará a otros 7, en busca de revivir su famoso veto migratorio de 2017, que entrará en vigor el lunes 9 de junio, con un alcance que reconfigura las fronteras del país.
El documento oficial bloquea completamente el ingreso de ciudadanos provenientes de Afganistán, Chad, República del Congo, Guinea Ecuatorial, Eritrea, Haití, Irán, Libia, Myanmar, Somalia, Sudán y Yemen, mientras que restringe parcialmente a quienes lleguen desde Burundi, Cuba, Laos, Sierra Leona, Togo, Turkmenistán y Venezuela.
El presidente, con un tono desafiante, sostuvo:
“No los queremos”.
Acompañó su proclamación con un mensaje directo en el que justificó la decisión:
“Debo actuar para proteger la seguridad nacional y los intereses nacionales de los Estados Unidos y su pueblo”.
La ofensiva política de Trump surgió apenas días después del atentado del domingo 01 de junio en Boulder, Colorado, durante una marcha por la liberación de rehenes de Hamás. Aunque el atacante procedía de Egipto, país no incluido en la lista, el mandatario culpó abiertamente a las políticas de inmigración de su antecesor demócrata, Joe Biden, por permitir el ingreso del agresor a través de una visa de turista.
El recuerdo del caos en los aeropuertos en 2017, cuando la primera versión de esta prohibición causó detenciones, cancelaciones de vuelos y protestas masivas, vuelve a ocupar titulares. Aquel veto se dirigía a países de mayoría musulmana y fue sometido a múltiples litigios hasta que el Tribunal Supremo lo ratificó en 2018.
Trump, orgulloso del precedente, lo remarca en el texto legal actual:
“Durante mi primer mandato restringí la entrada de ciudadanos extranjeros en Estados Unidos, lo que impidió con éxito que las amenazas a la seguridad nacional llegaran a nuestras fronteras y tuvo el respaldo del Tribunal Supremo”, se informa.
La reinstauración de este mecanismo ha encendido las alarmas entre activistas de derechos humanos, organizaciones internacionales y gobiernos extranjeros. Voces críticas anticipan impactos severos en estudiantes, empresarios, profesores, turistas y familias divididas por estas barreras diplomáticas.
El nuevo decreto endurece su lenguaje respecto al pasado y lanza una advertencia con tintes ideológicos:
“Estados Unidos debe garantizar que los extranjeros admitidos y los que ya se encuentran en Estados Unidos no tengan actitudes hostiles hacia sus ciudadanos, su cultura, su Gobierno, sus instituciones o sus principios fundacionales”, se indica.
Desde el despacho oval, Trump avanza en su cruzada por redefinir la identidad nacional, blindar las fronteras y reinstalar su visión de “America First”, justo en un año preelectoral donde las cartas se están echando con crudeza y dramatismo. Esta proclama marca, con tinta indeleble, una nueva etapa en su segundo mandato, fiel a su estilo: frontal, incendiario y dispuesto a desafiar incluso a sus críticos más férreos.