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TOÑO EL GORDO PERDONÓ A SU MAMÁ ROSAURA Y SIN RENCORES SE FUE AL CIELO…

Oscar TreviñoJr. - 13 agosto, 2022

Perdonó a su mamá Rosaura García, a su hermano Felipe Camacho y José […]

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Perdonó a su mamá Rosaura García, a su hermano Felipe Camacho y José Antonio Hernández García, Toño El Gordo, en su cama, con su enorme pierna izquierda hinchada, allá en el Hospital General de Ciudad Victoria, cerró sus ojos para siempre, coincidentemente de la ventana de su cuarto, un gorrioncillo gris elevó su vuelo al cielo.

Toño El Gordo, de 43 años de edad, fue un hombre muy sufrido, salió temeroso de Ciudad Victoria hace 12 años, cuando la gente del crimen organizado tiró una bomba a las instalaciones de la Policía Estatal, justamente cuando estaba lavando una de las patrullas.

Llegó a Matamoros con la esperanza de conocer algunas ciudades de Texas, poco a poco comenzó a andas con la raza de El Barrio de La Capilla donde hizo amigos, prestó dinero a los choferes de los taxis piratas, le daba pena cobrar, pero sus problemas comenzaron cuando supuestamente lo picó una araña Capulina.

En una de las casas abandonadas de la calle Nogales en la colonia Las Brisas, llegó a vivir Toño El Gordo desde 2010, despacito comenzó a comprar los enseres para su casa, sobre todo para la cocina que le encantaba, comer esas deliciosas tortillas de harina, con frijoles refritos chinitos, en manteca de puerco, aunque estuvieran frías.

Por eso fue voluntario en Protección Civil, Toño El Gordo, repartió volantes, vendió suscripciones para dentistas, lavaba carros, se plantaba en la acera de la transitada calle 10 y Morelos en busca de clientes potenciales y decía:

“Donde me ocupen allí voy en lo que sea, me gusta trabajar, así traigo dinero para mis gastos y mis pagos, en lugar de andar robando o hacer cosas malas, por eso conozco a mucha gente, les ayudé y me pagaron, aunque otros, no mucho”.

Dependía del antojo y de la hora, adoraba el pan, que se lo comía tan delicioso que a más de una persona se le antojaba, le gustaba La Lonchería La Victoria, pedía taquitos dobladitos duritos o suaves con carne deshebrada lechuga y tomate, poquita salsa pa’amarrar.

Por eso de algunos 120 kilos que se cargaba Toño, pronto empezó a engordar pero eso si, sin fumar, ni beber licor, ni novia, aunque alguna vez lo intentó con Conchita, una chica menudita morenita como él, pero nunca pudo conseguir su amor.

A principios de agosto de 2018, Toño El Gordo, allá en su casa donde vivía solo, en la colonia Las Brisas, durante la madrugada sintió que algún bicho lo había picado en el empeine de su pie izquierdo, así que instintivamente en la cama se movió bruscamente.

En la obscuridad, porque su casa ni tenía energía eléctrica, con su zapato destruyó al bicho, se vistió rápidamente, tomó su mochila donde guardaba sus pertenencias salió a pedir ayuda y un taxista pirata lo llevó al ahora abandonado y viejo Hospital General.

En Urgencias, lo atendió el doctor Nicolás Leal, al que Toño El Gordo, siempre le guardó un profundo agradecimiento porque lo atendía, incluso le puso el antídoto:

En su momento Toño, El Gordo nos confesó:

“Los médicos fueron muy lindos conmigo, mataron la infección, pero me quedaron estragos, se me pudrió el chamorro, pero estuve internado 9 días, la pierna se me hinchó, desprendía olor a podrido, me pasaron a piso pero había problemas con el aire artificial, me sentía incómodo y veía que la mejora era muy lenta, allí bajé 20 kilos, por eso me salí, me dio miedo perder la pierna, la gangrena subía. Que quede claro, los médicos son bien decentes, el doctor Nico Leal me echó la mano siempre”.

En esos 9 días que estuvo internado El Gordo Toño, en su casa le robaron la reja de protección, la televisión, su ropa y enseres que con muchos sacrificios compró, prácticamente lo dejaron en la calle, se hundió.

Aunque para Toño El Gordo, lo mordió una araña violinista, Calli Lira Sosa, epidemióloga del nosocomio Alfredo Pumarejo, diagnosticó neuropatía diabética, o sea una infección de tejidos blandos que aunado a retención de líquidos, se convirtió en una infección en la que posiblemente intervino algún tipo de arácnido.

Calli Lira dudó del piquete de la araña violinista:

“Pudo haber sido una araña la que mordió a Toño (El Gordo), pero no violinista, descompensado de la diabetes, se le hizo una infección. Si fuera una violinista, es un proceso inmediato, se hace un hoyo, avanza, quema. Dice Toño que la mordida fue en el empeine, ¿y la reacción fue en el muslo?”, se preguntó.

Triste, Toño El Gordo fue rescatado por su tío Jorge Alcalá, se lo llevó a su casa allá en la colonia Insurgentes y junto con su esposa Maricruz Hernández lo atendieron, había que comprar las medicinas, curarle la pierna donde tenía el pozo, justo en la parte trasera del muslo.

Agradecido Toño El Gordo con sus tíos, decidió irse de la casa porque sentía que era una carga para su familias, incluso lloró, estaba resentido con su mamá Rosaura por falta de cariño:

“Sabe señor Oscar mi mamá me abandonó, me echó a la calle cuando yo era niño, porque era una carga, una boca más que comer y ni siquiera mi hermano Felipe me defendió, por eso ni sé leer, ni escribir, pero las apaño para que ni se note”.

Así que Toño El Gordo regresó a su casa, a su sitio en la 10 y Morelos a continuar con su vida, pero también se hizo de un amigo para que le ayudara a limpiar la herida de la pierna, todos los días.

Alivianaba a Ernesto, su amigo, porque la gente de los taxis pirata, le ayudaban económicamente, personas altruistas le daban dinero en efectivo, pan, pero un día tuvo problemas para caminar, la pierna le supuraba, olía mal, por eso se la vendaban.

Consiguió otra casa en Palmares, donde dormía, de hecho se la pasó en temporadas en su hogar, el Hospital General, la calle 20 y Morelos, así como en otros lugares, pero aumentó de peso llegó a estar en los 236 kilos, por eso usaba silla de ruedas.

Alguna vez se cayó en los patios del Hospital cuando lo iban a atender, hasta se expuso a la pandemia del Covid-19, pero siempre la libró, así El Gordo Toño se animaba y luego su estado de ánimo decaía batallaba con su pierna por eso usaba silla de ruedas.

Nunca quiso El Gordo Toño que le amputaran su pierna, poco a poco se engangrenaba, los médicos se lo recomendaban cada que lo veían, pero a finales de 2021, se sintió mal, que una ambulancia fue por él a su casa.

Encargó a su vecina la silla de ruedas y se fue en la ambulancia a finales de 2021 al Hospital General, donde le hicieron algunas pruebas de salud, allí se dieron cuenta que la gangrena había avanzado:
-Mi Toño (El Gordo), estas muy grave, la gangrena avanzó por tu cuerpo…

Comenzó a llorar Toño El Gordo y gimoteando dijo a los médicos:

-Me pueden transportar al hospital de Ciudad Victoria, allá está mi mamá (Rosaura) y mi hermano, me gustaría verlos por última vez.

Los médicos hablaron con sus tíos Jorge Alcalá y Marycruz Hernández porque requerían de al menos 30 mil pesos para el traslado, pero todo fue gratuito, así Toño El Gordo llegó a principios de marzo de 2021.

Alguien de los familiares avisó a Rosaura y Felipe, por eso allá en el Hospital General comenzaron a verse, a tratarse hasta que se reconciliaron.

El 11 de agosto de 2022, internado, con las atenciones del personal médico, contó una enfermera que esa tarde era diáfana, cuando en la ventana de la habitación de Toño El Gordo voló un gorrioncillo, ave típica de nuestro Estado.

Tocaba la visita a los enfermos, así que cuando fueron a auscultar a Toño El Gordo, lo encontraron tranquilo, con los ojos cerrados, pero con una sonrisa dibujada en sus labios.

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