Director General: Julio Alberto Rubio Pérez

… Crónica de una muerte dolorosa… EN EL ENTIERRO DE ROY, CANTÓ YAHIR SALDÍVAR, MIENTRAS MAGUE DESOLADA LLORABA POR SU HIJO Y LA TOTA, SU PADRE, BAILÓ DE DOLOR EN LA FUNERARIA Y EL PANTEÓN…

Oscar TreviñoJr. - 22 abril, 2024

José Francisco, La Tota y María Magdalena, Mague, Mendoza, pagaron 12 mil pesos […]

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José Francisco, La Tota y María Magdalena, Mague, Mendoza, pagaron 12 mil pesos de gastos funerales de su hijo Leonardo Escobedo Mendoza, Roy, de 15 años de edad, que falleció ahogado en la laguneta de la Junta de Aguas y Drenaje de Matamoros donde les hizo precio Juan José Morales, de la Funeraria Morales, ubicada en la Sección 16.

Ni siquiera ayudaron en la cooperación para pagar la preparación del cuerpo de Roy, la velación, la carroza y el entierro Marco Antonio Hernández Acosta, gerente de la Junta de Aguas y Drenaje de Matamoros, tampoco ninguno de los candidatos a la alcaldía aportaron algo; sin embargo fue reconocida la bondad del cantante Yahir Saldívar, El Estaca de la Belicumbia, quien al pie de la tumba interpretó las rolas que tanto le gustaban al muchacho.

Todo fue muy contrastante desde que se ahogó Roy,

primero mucho dolor angustiante por la espera al rescate del cuerpo enseguida, la petición de José Francisco, La Tota, padre de Leonardo Escobedo Mendoza, que en redes sociales, dijo que le gustaría que Yahir Saldívar, El Estaca de la Belicumbia, al que su hijo Roy admiraba, le cantara en el entierro.

Todo comenzó la tarde del 18 de abril, cuando Roy hacía la tarea de la escuela Secundaria General 6 “Profesor Antonio Rodríguez Torres”, pero fue llamado por sus amigos Mario Cantú, de 14 años y tal vez otro, al que solo identifican como Hugo:

-“Hijo, pero no te vayas a meter a lo hondo”.

-Ay amá, si solo vamos a estar allí en el estero (Estero San Pablo como también se le conoce).

Esa tarde Intentó Roy cruzar a nado la laguneta, pero se ahogó. Causó expectación porque todos los portales de Matamoros comenzaron a darle cobertura y más cuando elementos de la Marina se retiraron del lugar porque era de noche y les recomendaron a la familia que se fueran a sus casas.

Mague levantó la voz en protesta:

“Pues nosotros no nos vamos de aquí. Esperamos a que salga mi hijo”.

Fue así, cuando voluntarios se apersonaron, en la noche y madrugada seguían con lanchas, nadando buscando a Roy, hasta que pararon como a las 04:00 horas del 19 de abril.

Ese día solo dos marinos hacían maniobras, pero fue cerca de las 20:00 horas cuando Isaías Palacios, un pescador de la Laguna Madre, al sumergirse justo a mitad de la laguneta, tocó el cuerpo de su sobrino Roy, intentó rescatarlo, pero el pantaloncillo cortó era muy delgado:

“Le dije a los de la Marina que prestaran los anteojos para ver debajo del agua, pero se negaron. Es que ellos con sus trajes de buzo, solo se sumergían como dos metros de profundidad”.

Al salir a la superficie, Isaías le dijo a sus amigos que con el trasmallo jalaran por donde señalaba, pero al hacer la maniobra, la bolsa de la red, lo único que hizo fue voltearlo del fango donde estaba atrapado y emergió por sí mismo.

-“Aquí está, aquí está” —gritaron entre todos—.

Una vez que el Ministerio Público dio fe de los hechos, el cuerpo de Roy fue entregado a sus padres la tarde del 20 de abril 2024 para que lo velaran en la Funeraria Morales.

Tanto La Tota como Mague y el resto de la familia, se fueron a cambiar a su casa y regresaron al funeral, donde parte del pueblo de Matamoros llegaron para dar el pésame, para musitar algunas plegarias.

Juan José Morales, nos dijo que su amigo La Tota pagó los gastos funerarios, que les hizo precio, porque son amigos, pero ningún candidato a alcalde se presentó, nadie de la presidencia, ni de la JAD: solo estábamos el pueblo —sonrió con amargura—.

Esa noche del velorio, llegó un mariachi para despedir a Roy, le gustaba, tenían que cantarle la de: Yo sé bien que estoy afuera / pero el día que yo me muera / sé que tendrás que llorar / dirás que no me quisiste / pero vas a estar muy triste / así te me vas a quedar.

Todo eso ocurrió lejos de la prensa, fue un momento íntimo entre La Tota, Mague, sus hermanos, sus tías, sus nietos. La abuelita, por su enfermedad, sin poder asistir, estaba llorando en su casa allá en calle Jiménez y Niños Héroes de la colonia Lázaro Cárdenas.

Después de los mariachis, llegó un Fara-Fara, esos que recorren la sangre más rápido y te reaniman, cantaron la canción favorita de Roy, ante el llanto de su familia:

Ya se reventó el columpio, donde ella se columpiaba,

Ya se le acabaron los gustos, a la joven que yo amaba.

Bienvenido al pávido návido, ¿dónde está su esposa návida?,

componiéndose el vestivido, arreglándose el peinavido,

Las hijas del pávido návido y el cordón de churumbel”.

Aunque paresca íncreible a Roy le encantaba en Pávido Návido, porque lo bailaba bien, pero comenzaba a jugar, a mover la patita chistoso, con la estrofa de:

El que quiera ser mi amigo / tres cosas debe tener /

buena silla / buen caballo / buenas piernas pa’ correr”.

La familia al recordar la vida de Roy, se bebieron sus lágrimas entre risa, allí fue donde La Tota comenzó a bailar como su buen hijo lo hacía, allí fue donde las emociones estallaron: tantas horas de espera por su hijo entre el agua, nunca se desmoronó, porque su familia lo resentiría.

Tantas veces estuvo a punto de estallar en llanto por la desesperación, por la angustia de que su hijo que ya se fue el cielo, porque las autoridades de la JAD lo abandonaron a su suerte, como los candidatos, porque sin ganas, solo un par de marinos intentaban un rescate.

Allí en la funeraria durmieron, otros en los carros, allí afuerita del velatorio solo el llanto callado de doña Mague se escuchaba, a veces se tranquilizaba, pero seguro venían los recuerdos y la emoción salía a flor de piel.

Ese 21 de abril, amaneció nublado, era el momento menos esperado, enterrar a Roy y así, comenzaron a sacar las coronas y los arreglos funerales, el hermoso trofeo de Roy, el que se ganó como campeón de goleo en su equipo Real Esperanza.

Público y familia se fueron acercando para hacer el cortejo fúnebre, incluso llegó un camión urbano, para apoyar en el traslado, hasta allí cargaron con el trofeo de Roy.

El cortejo fúnebre partió de la Sección 16 a la Virgilio Garza Ruiz, luego el Periférico, hasta la calle González, luego la Leyes de Reforma, allí comenzó a sentirse la lluvia, hasta llegar a la Jiménez, donde vive la abuelita de Roy.

Justo allí instalaron dos techitos, donde colocaron el ataúd en el que venía Roy, allí con su gente en el vencidario, con el quipo de sus amores, El Deportivo Lázaro Cárdenas al que muchos triunfos dio con el número 7 en los dorsales, hicieron una guardia de honor sus compañeros de escuadra.

De hecho el Cortejo Fúnebre, partió a la cancha de la colonia donde sus compañeros cargaron el ataúd azul, colocaron un balón en el manchón de penalty para simular que Roy como en sus tardes de oro, anotaba su último gol y se hizo con ayuda de su coequipero.

Luego, parte del cortejo, acortó la trayectoria para ir a la Lugenta del Estero Laguneta Control 3, instalaciones toma del río 1, de la Junta de Aguas y Drenaje, donde estuvieron pitando por un minuto para ir al Panteón Jardín de la Sección 16, mientras la lluvia arreciaba.

Allá en el panteón, justo en la última morada de Roy, familiares, amigos de La Tota y doña Mague los fortalecían con su presencia, todo era dolor, el llanto se confundía con la lluvia que arreciaba, cuando en sus historias de las redes sociales, Yahir Saldívar, El Estaca de la Belicumbia, en casa de su mamá, allá en la colonia Nuevo Milenio dijo:

—Ya no quiero nada.

A Yahir, El Estaca de la Belicumbia, se le veía un ojo rojo y suspiró mientras decía:

—¡Está lloviendo!.

Allí en el panteón, parte del cortejo fúnebre comenzó a retirarse:

—“Manita, ya no vino Yahir”, “¡Pinche Yahir, por eso vine!”—, se oyó decir a una muchachita, entre la gente.

Pero seguramente en sus redes sociales, Yahir notó que dejaron de seguirlo, mientras en el panteón el horario programado para enterrar a Roy era a las 13:30 horas, pues había otras dos personas a sepultar, mucha gente comenzó a irse, mientras la lluvia se intensificaba.

A las 13:36 horas, llegó Yahir con su novia y parte de su equipo, con el rostro cubierto y vestido de negro, se notaba en oro una cadena con la Santa Muerte al cuello y El Escorpión de Oro, su símbolo oficial:

La Chimichanga y cómo no… y cómo no —dijo Yahir, mientras abrazaba a La Tota—.

Luego le dijo en cortito.

—Lo siento, ya me voy.

—¿Nomás a eso viniste, no vas a cantar?

—Está lloviendo voy a ver…

La gente observó, Yahir se fue a su vehículo, comenzaron a colocar una cinta amarilla, para cubrir el techito donde estaba la familia de Roy mitigando su dolor:

—“Ábranse gente, respeten el dolor de la familia, van a colocar una cinta”.

Empezaron a apretujarse en el techito donde estaba el féretro, porque a su lado había otro para proteger de la lluvia, a los amigos, los ayudantes de Yahir trajeron las bocinas, la computadora con las pistas, el staff sufrió algunos toques por el contacto de tierra.

Enseguida, Yahir, cantó la de Cumbia 85, Tirándoles entusiasmo a la gente con SC-9 o La Chimichanga, la que lo está llevando al estrellato, allí junto al cuerpo inerte de Roy en su ataúd, por un lado su mamá con la mirada en el piso y su papá La Tota.

Se puso a bailar La Tota con una cerveza en la mano, las emociones estaban a flor de piel, feliz de que Roy tuviera la presencia de Yahir Saldivar, su ídolo, cada quien muestra su dolor como lo siente, mientras miles de ojos los miraban y juzgaban en vivo, como en las redes sociales.

Hizo su concierto musical Yahir Saldivar, casi se sale de control el entierro de Roy allí en el panteón, varias veces conminaron al órden y varias voces suplicaban:

—“Respeten el dolor de la familia”.

Casi a las tres de la tarde, La Tota pidió a la gente, sobre todo a los medios de comunicación, que iban a sepultar a Roy y querían estar solos.

—“Respeten nuestro dolor, por favor, ya grabaron todo, vamos a estar solos, gracias”.

Poco a poco la gente se fue despidiendo y los deudos se fueron quedando solos con su dolor. El artista cumplió y cantó sus canciones, en el féretro resonaban las tonadas del último deseo. Ese fue el gusto que inerte se pudo dar Roy, un ídolo de futbol juvenil, que se dio el lujo de que en su entierro estuviera su artista preferido, Yahir Saldívar, El Estaca de la Belicumbia.

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