A diario doña Ramona Hernández Sánchez, rezaba todas las noches para que Dios […]
A diario doña Ramona Hernández Sánchez, rezaba todas las noches para que Dios le concediera ver el título de propiedad de su casa, allá en la colonia Francisco Villa norte, pero ahora que lo iba a recibir, falleció, ni siquiera recibió un minuto de silencio.
Allí en la sala Miguel Sáenz González, doña Ramona, ni se enteró que el alcaldito Rubén Sauceda Lumbreras, les hizo el desaire junto con 60 padres y madres de familia (muchos abuelean), porque iba a dar clases en la Facultad de Medicina, por eso nunca tiene tiempo para atender al pueblo.
Desde hace más de 40 años, los habitantes de la colonia Francisco Villa norte, Jardines del Rey y Minas del Rey, comenzaron a hacer los trámites para ser los dueños de sus casas, para ello eligieron a Amalia Rodríguez Treviño, como jefa del comité y les cumplió, con la frente muy en alto, sin mancha.
Fue allá por la época de cuando era presidente municipal, don Jorge Cárdenas González, cuando les dieron el terrenito para que construyeran su casa, así como a doña Ramona y su esposo Enrique García Jiménez.
Era su nidito de amor, todavía no llegaban los chiquillos que vinieron a bendecir su hogar, todo era amor, era cuando el dinero valía, todo se podían comprar aunque fuera con dificultades, ni había maña, los balazos solo el 31 de diciembre de cada año, en áquellas épocas se sentaban fuera de su casa y platicaban con sus vecinos.
Eran áquellos tiempos en que se invitaban un platito de comida que les quedaba rica, los vasos con agua fresca, el café, la tacita de azúcar, cuando la malicia era poca, cuando se escuchaba la radio, Amorcito corazón, yo tengo tentación de un beso.
Justo era cuando las parejas como doña Ramona y don Enrique, se tomaban fotografías en blanco y negro y con sus cuadros los colgaban para adornar en la pared, para ver su cara de felicidad, luego la adoracion de los hijos y los nietos.
El tiempo fue pasando, los momentos felices fueron desapareciendo en Matamoros, Tamaulipas, la falta de respeto fue el primer indicio y luego esas canciones que valora las maldades, ya nada fue igual, hasta el dinero escaceó y apenas se alcanza para la canasta básica.
Doña Amalia anduvó haciendo los trámites, muchas veces con su amiga y vicepresidenta doña ramona, haciendo antesala, viendo la jeta de los funcionarios y algunos se ablandaron el corazón, por eso ellas le rogaban a Dios, a la Virgen María, hasta que alguien allá arriba las escuchó.
Por eso se alineraron las estrellas de los tres niveles de gobierno Sedue, regidores, el Ayuntamiento, menos el presidentito Rubén Sauceda, porque él llegó recientemente, el Registral y Catastral, la Secretaría de Desarrollo Agrario y el Instituto Nacional del Suelo Sustentable (Insus) que intervino para beneficiar a las 60 familias.
Así entre todos hicieron la ceremonia y más los hombres y mujeres de la tercera edad, hasta Concepción Conchita Hernández, al recibir su escritura y levantarla por los aires, bailó. Justo cuando Amelia recibió sus documentos prometió un marrano, pero no enzoquetado, sino para comer:
“Mis compañeros se van a portar guapos, tenemos que festejarlo con un marrano y hacer una comida de agradecimiento”.
Pero tampoco sería pronto, porque doña Ramona murió, primero unos 15 días de luto y luego a organizarse, porque el marrano es para todos y todos están invitados, porque en estos momentos o a los días, a don Enrique estos mismos funcionarios le darán el título de propiedad, como su esposa lo había soñado tantas veces.
La entrega de las escrituras en Presidencia Municipal nunca pudo posponerse, todo fue muy rápido, doña Ramona, hace poco tiempo acostada, levantó sus brazos y ya, Dios la recogió, así en paz, sin lágrimas, sin saber que algún funcionario ya traía el título de propiedad de su casa para entregárselo éste 25 de julio a medio día.