Se la vivía Édgar Valdez Villarreal, La Barbie, en restaurantes, bares, casas de […]
Se la vivía Édgar Valdez Villarreal, La Barbie, en restaurantes, bares, casas de lujo; allí negociaba sobornos con la policía, sus jefes, rutas de drogas, ejecuciones, por eso cuando lo detuvieron, sonrió, lo deportaron a Estados Unidos de Norteamérica, pero ya salió del Buró Federal de Prisiones (BOP por sus siglas en inglés), su nombre del sistema penitenciario es inexistente, sin explicación oficial.
Hasta se desconoce si La Barbie fue trasladado a otro estado de la Unión Americana, liberado anticipadamente o ingresado a un programa de Protección de Testigos, en suma:
Se lo tragó la tierra.
Nacido en Laredo, Texas, Édgar Valdez, fue a la United High School donde su entrenador de futbol americano le apodó La Barbie, debido a su piel blanca, cabello rubio y ojos claros con parentesco al Ken Carson de la famosa muñeca de Mattel.
La primera vez que detuvieron a La Barbie fue a los 19 años en Texas, acusado de homicidio por negligencia criminal al atropellar intencionalmente a un consejero de la escuela con su camioneta.
Como le gustaba el dinero fácil, La Barbie se convirtió en un traficante de marihuana en las calles de Laredo cuando aún iba a la escuela secundaria. Sucede que rechazó la oferta de su padre para financiar una educación universitaria con el fin de centrarse en su negocio y pronto fue acusado por cargos de distribución de la cannabis.
Huyó La Barbie a México para evitar su captura en Estados Unidos, donde se unió por su inglés bien definido y sus contactos a los hermanos Beltrán Leyva socios por ese entonces de Joaquín El Chapo Guzmán en el Cártel de Sinaloa.
Rápidamente ascendió en el escalafón debido a sus conexiones en los Estados Unidos, su capacidad para reclutar policías, militares, jueces, fiscales, agentes federales, ministros, seduciéndolos en los antros Baby’O y Believe en Acapulco, así como Roots, Love y Luv en zonas de alta concentración económica.
También alternó con Marcos Arturo Beltrán Leyva, El Barbas, jefe del Cártel de Sinaloa y por su habilidad con el idioma inglés, colaboró discretamente al mismo tiempo con la DEA y el FBI.
En el libro Las señoras del narco, Amar en el infierno, escrito por la periodista Anabel Hernández se habla justo de ese pasaje de amor de Arturo Beltrán-Leyva y Galilea Montijo, la ahora Reina del Mar 2025 de Matamoros, Tamaulipas.
La relación duró cuando menos dos años en medio de regalos como joyas, un Rolex, un coche que con el gusto de La Barbie se lo compró a Galilea, incluso por orden de su amigo El Barbas, hasta sacó de la prisión a la hermana de la reina del Festival del Mar 2025, Norma Paola, en prisión por tráfico de drogas.
Incluso Galilea, conductora de Hoy, publicó un video donde negó que eso fuera real y anunció que respondería legalmente, pero la periodista aseguró que nunca recibió querella alguna.
Inició La Barbie una lucha por el control de la plaza contra el grupo de Los Zetas, exbrazo armado del Cártel del Golfo, específicamente por la plaza de Nuevo Laredo, territorio fronterizo en el cual se dan 10 mil cruces diarios por la aduana hacia Estados Unidos de acuerdo con datos de la FGR y sólo el 10 por ciento puede ser revisado.
Pero La Barbie, operó entre la violencia y el espectáculo mientras dirigía actividades delictivas vinculadas al cártel de los Beltrán Leyva, cultivó una imagen de poder basada en ricas cenas privadas, fiestas en antros exclusivos y una red de complicidad que abarcaba policías, empresarios y figuras públicas en todo el país.
Pronto la Ciudad de México y Acapulco fueron centros de operación tanto logística como social para La Barbie, degustaba platillos de cortes de carne argentinos, vinos caros y disfrutar como gringo de los corridos, que exaltaban las hazañas de los delincuentes.
Como su corrido con el que sonreía, cuando sonaban los primeros acordes:
Vio la luz del lado Americano/si pegaba el sol cubría con tejas/su primera casa fue ese estado/que con México tiene fronteras/su apodo se hizo muy mencionado/marca de unas famosas muñecas.
De lejos parecían reuniones alegres de lo más normal, como si La Barbie no fuera La Barbie, lucía como cualquier cliente devorando carne sobre la mesa, con una copa de su bebida favorita: Moët & Chandon.
Según con lo establecido en la averiguación previa PGR/SIEDO/UEIDCS/265/2010, estos lugares de esparcimiento también eran espacios para coordinar operaciones financieras, repartir sobornos y hacer pagos a estructuras de seguridad.
Declaraciones de testigos protegidos en expedientes de la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO) y la Procuraduría General de la República, hoy FGR, detallan cómo estas disco se usaban para el lavado de dinero y para sostener reuniones operativas con policías municipales, estatales y operadores del propio cártel.
En zonas exclusivas de Acapulco, como Las Brisas del Marqués, La Barbie organizaba cenas únicas donde ofrecían platillos preparados por chefs particulares, bebidas costosas y en muchos casos, se cerraban tratos vinculados al narcotráfico.
La Barbie en alguna ocasión cerró un restaurante en la Zona Diamante para una cena privada en Acapulco y las meseras fueron obligadas a sentarse con él y su círculo cercano. Durante la reunión se entregaron sobres con dinero en efectivo, relojes de lujo y vehículos a modo de pago o incentivo.
Tras varias de esas cenas se reportaron incrementos en enfrentamientos armados y ejecuciones principalmente, en zonas de disputa como Acapulco, Iguala, Morelos y el Estado de México.
Las fiestas privadas eran grabadas por su equipo de seguridad. En cada evento recogían los teléfonos celulares y se controlaba el acceso bajo un protocolo cerrado. La inclusión de modelos, cantantes y figuras del espectáculo respondía a un objetivo específico: poder.
En agosto de 2010, La Barbie fue detenido por la Policía Federal (PF) en una residencia del Estado de México ¿se acuerdan de la risita?
Durante su presentación ante medios, negó su participación en asesinatos entre risas, pero las investigaciones en su contra hablaban por sí solas, continuaron avanzando, hasta que volvió a sonreír y surgió la pregunta intimidante:
“¿De qué se ríe?”
Fue extraditado a Estados Unidos en septiembre de 2015 bajo cargos por tráfico de drogas y lavado de dinero. En 2018, ante la Corte del Distrito Norte de Georgia (expediente 1:10-CR-00336-ODE), se declaró culpable.
Sin embargo, otra documentación de la Corte del Distrito Sur de Nueva York, reveló un acuerdo paralelo. En el expediente sellado 1:10-CR-00836-KBF, se estableció que La Barbie colaboraba como testigo cooperante con el gobierno estadounidense.
El documento oficial apunta textualmente:
“El acusado (La Barbie), está ayudando al gobierno de Estados Unidos en la investigación y enjuiciamiento de otras personas. Su cooperación se mantendrá sellada para proteger su integridad y la de su familia”.
La autoría y firma del acuerdo es del entonces fiscal federal Preet Bharara. Sin embargo, el archivo quedó bajo resguardo confidencial durante años.
En 2022, el Buró Federal de Prisiones (BOP por sus siglas en inglés) eliminó su nombre del sistema penintenciario sin dar una explicación oficial.
Así fue entonces que La Barbie, el narcotraficante que organizaba cenas con vista al mar y cerraba antros para negociar sus rutas de cocaína, permanece fuera del radar policíaco.
Su última fiesta lo retrató en el expediente de cuerpo entero, como capo: alegre, feliz y desinteresado por la violencia que azotó al país a inicios del siglo XXI.