Director General: Julio Alberto Rubio Pérez

SEPULTÓ JOSÉ LUIS A SU MAMÁ EN MATAMOROS, REGRESÓ A TRABAJAR A ESTADOS UNIDOS Y MURIÓ APLASTADO…

Oscar TreviñoJr. - 10 octubre, 2023

Sin ocultar su tristeza José Luis Alvarado en la empacadora Seneca, Foods ubicada en Montgomery, Minessota, porque tenía días con el pesar de que había venido a su tierra en el ejido El Tecolote, en Matamoros, Tamaulipas, para enterrar a su mamá, murió sepultado al caerle encima de su cuerpo, varias cajas con toneladas de elote congelado.

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Sin ocultar su tristeza José Luis Alvarado en la empacadora Seneca, Foods ubicada en Montgomery, Minessota, porque tenía días con el pesar de que había venido a su tierra en el ejido El Tecolote, en Matamoros, Tamaulipas, para enterrar a su mamá, murió sepultado al caerle encima de su cuerpo, varias cajas con toneladas de elote congelado.

Todavía con un hálito de vida, José Luis sangrando a borbollones de la nariz y boca, suplicó por ayuda, entonces su compañera María del Sol, originaria de Reynosa, Tamaulipas, que oyó el estruendo, lo jaló para liberarlo de las pesadas cajas, pero en el intento cayeron otras tantas.

En esos momentos, la chica fue arrastrada de los pies por uno de sus compañeros anglosajones, salvándola de una muerte segura, porque justo en el lugar cayeron otras cajas del almacén con un peso de mil 500 libras cada una, en hechos ocurridos el 5 de octubre, justamente horas antes de finalizar el contrato de Seneca con los obreros documentados, al menos es lo que dicen los indignados empleados.

La situación se salió de control, porque fue hasta el 7 de octubre cuando se ventiló por las redes sociales, debido a que los directivos de la empresa Seneca, se negaron a indemnizar a familiares de la víctima, porque presuntamente el contrato laboral había finiquitado justo ese día, para librarse del accidente de trabajo, pero los obreros enojados, se presentaron fuera de las instalaciones con un:

“José Luis no era un perro, deben pagarle por el accidente”.

Desde entonces, hay un silencio sospechoso, porque en 2020 la Seneca Foods tiene una historia de terror, relacionado con el Covid-19, una gran parte de los obreros murieron en Gillett, otra de las 20 plantas de esta empresa y tampoco indemnizaron a nadie.

La mayoría de los trabajadores migrantes vivían en el campo de la empresa, pagando 32 dólares semanales, que se descontaban de sus cheques (como hasta ahora). Estaban hospedados en cinco cabañas, una para mujeres y cuatro para hombres junto a la planta. Hasta 30 trabajadores podían dormir en dos filas de siete u ocho literas. Compartían inodoros, lavabos y baños.

Seneca colocó separadores de plástico, similares a cortinas de baño, a los lados de sus literas para evitar el contagio de los obreros con el Covid-19, de acuerdo con reportaje publicado por internet del Milwaukee Journal Sentinel.

La planta enlatadora Seneca de judías verdes, cerró después de que numerosos trabajadores contrajeron Covid y en un camión los llevaron a sus casas en Brownsville, Texas donde los reclutaron y algunos a México, de hecho, en el trayecto murió el mexicano Pedro Quiroz, de 77 años de edad, ante la angustia de sus compañeros.

Una investigación del Milwaukee Journal Sentinel, reveló que ni Seneca Foods, ni los oficiales de salud pública, hicieron pruebas de Covid a todos los trabajadores, incluyendo a quienes vivían en las cabañas, ni los entrevistaron para hacer rastreo de contactos, en suma, una moderna esclavitud.

Los directivos de la empresa tampoco monitoreó a los obreros para detectar la mayoría de los síntomas obvios de la enfermedad, ni puso en aislamiento a todos los que se enfermaron.

El Journal Sentinel localizó a 22 trabajadores, habló con 21 familiares y revisó cientos de páginas de documentos públicos para documentar lo ocurrido de una de las mayores empresas de verduras envasadas de Estados Unidos.

Muchos de los trabajadores afectados tenían más de 60 y 70 años, y llevaban años viajando al norte a trabajar en la planta. La mayoría vivía al lado de la planta.

La empresa cerró la planta y le pidió a una compañía de autobuses comerciales, que recogiera a los trabajadores que necesitaban transporte para regresar a su casa. Entre ellos había varios trabajadores que afirmaron, que nunca les habían hecho las pruebas de detección del virus, lo que puso a otros en peligro.

Tiene Seneca su sede en Marion, Nueva York, siendo uno de los mayores procesadores empaquetadas de Norteamérica. Produce verduras enlatadas, congeladas y envasadas, como judías verdes, maíz, espárragos y guisantes que se venden bajo marcas como Green Valley, Libby’s y Aunt Nellie’s. También envasa productos para Green Giant. La planta de Gillett, en Wisconsin, produce judías verdes enlatadas.

De hecho, son más de 20 plantas en Estados Unidos, incluida en Gillett, con más de tree mil empleados a tiempo completo y unos 5 mil obreros temporales.

Al menos 11 trabajadores de la planta de Gillett fallecieron por complicaciones de Covid, muchos de ellos de Nuevo Laredo y Reynosa, Tamaulipas, pero en ningún caso, Seneca indemnizó a las familias: fue una pandemia -dijeron-.

La Administración de Seguridad y Salud Ocupacional federal inspeccionó la planta de Minnesota impuso una multa de 4 mil 900 a Seneca en septiembre, tras recibir quejas relacionadas con el Covid. La empresa está apelando la citación.

Así, la empresa Seneca de Minnesota, reclutaron a los obreros en Brownsville, Texas, mediante anuncios por internet y la gente atendió el llamado. Desde hace varios años se dedica a la producción de maíz, que congelan, introducen en cajas y son apiladas en las bodegas,

Varios obreros ya habían comunicado a sus jefes anglosajones, que las torres congeladas podrían caerse y causar un accidente, porque a veces se tambaleaban y el producto congelado ya se había caído, por eso evitaban la entrada.

Así, José Luis Alvarado, de 50 años aproximadamente, ajeno a las quejas, desde finales de septiembre llegó a Matamoros con permiso de Seneca, porque había muerto su mamá y debía enterrarla.

Una vez que concluyeron las pompas fúnebres, José Luis regresó a su empleo, ese 5 de octubre, se mostraba inquieto, se le estaba cargando lo de su mamá, como parte de sus tareas entró a la bodega sin medir consecuencias y fue cuando se desplomaron en su cuerpo las cajas congeladas con el maíz.

Hasta ahora hay inquietud, porque los directivos de Seneca jamás se han comunicado con la familia de José Luis, para decirle sobre el accidente de trabajo, por eso los empleados a pesar de que concluyó supuestamente el contrato obrero-patronal, exigen la indemnización a que tiene derecho.

Tuvo que intervenir la policía, porque los obreros, tienen su legal estancia en Estados Unidos y alzaron la voz enojados por una indemnización allí fuera de las instalaciones de Seneca:

“José Luis, tiene derechos”.

La situación está tensa, pero ningún abogado de la empresa ha dialogado con los obreros y muchos menos, buscan a los familiares de José Luis Alvarado para hablar con ellos y es que Seneca tiene negros antecedentes: es abusiva con todos y se lo permiten.

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