A quince años de su brutal asesinato a manos del crimen organizado, es […]
A quince años de su brutal asesinato a manos del crimen organizado, es tristemente recordado Rodolfo Torre Cantú como el afable candidato priísta para la gubernatura de Tamaulipas en las elecciones de 2010, apodado El Amigo de Todos, el que cambiaría la historia del estado, pero que sus sueños fueron frustrados por las balas en un cuadro de terror aquella mañana del 28 de junio.
Un médico cirujano de profesión que se perfilaba para gobernar Tamaulipas, su popularidad era fenomenal gracias a que se relacionaba con toda clase social a las que nunca negó la ayuda. Las encuestas daban por hecho que él sería el próximo mandatario del estado, las elecciones para Rodolfo eran un mero trámite.
Aquel trágico lunes, el aspirante por la coalición Todos Tamaulipas, integrada por el PRI, Partido Verde y Nueva Alianza, tenía programado su cierre de campaña en Valle Hermoso hasta que su vida y la de sus colaboradores más cercanos fue truncada en una emboscada en medio de la carretera federal que conduce a Soto la Marina, a seis kilómetros de la capital, donde los criminales vestidos de militares implementaron un falso retén para interceptarlos, bajarlos de las camionetas y abatirlos.
Murieron él y cuatro de ellos en el hecho, su secretario particular Enrique Blackmore Smer y sus guardias de seguridad, Luis Gerardo Sotelo Zubiate, Rubén López Zúñiga y Francisco David López Catache; además de quedar cuatro más gravemente heridos retorciéndose de dolor en el ardiente pavimento implorando auxilio.
“Si mataron al que iba a ser gobernador, ¿qué nos podemos esperar nosotros?”, era común escuchar entre la población, todos temerosos y sometidos ante el crimen organizado.
Dos días después del atentado se designó a su hermano Egidio Torre Cantú como el sucesor a jugarse la candidatura a gobernador para darle continuación al plan de Rodolfo, por quien la población votó arrolladoramente alzándose con una victoria aplastante.
El fatídico episodio continúa como un misterio encarpetado entre las húmedas bodegas de la entonces Procuraduría General de la República, hoy Fiscalía; a día de hoy, nada se sabe del expediente que aclare los motivos de su brutal asesinato.