Amargado por el rencor, Florencio Hernández Blanco, en su soledad, con precisión fue […]
Amargado por el rencor, Florencio Hernández Blanco, en su soledad, con precisión fue ideando la manera de asesinar a Erika Yazmín Hernández Rodríguez, porque meses atrás ya le había gritado en su cara la sentencia:
“Te voy a matar cabrona, porque esa hija última que tuviste no es mía”.
Por eso Florencio de 36 años de edad usó su camioneta como arma atropellando intencionalmente a su expareja Yazmín, dejando huérfanos a seis infantes, la más grandecita tiene 12 años de edad, la menor uno y a su perrito café que, vulnerable, con su vista llorosa, vio cuando la ambulancia del Semefo, se llevó a su ama.
Sucede que el feminicidio ocurrió el 7 de noviembre por la mañana, en la avenida Cantinflas y Xochimilco de la colonia Junta de Aguas y Drenaje, a un costado del restaurante Los Magüeyes, propiedad del exalcalde Mario Alberto López, La Borrega y su esposa, Marsella Huerta, expresidenta del DIF-Matamoros.
El feminicidio fue visto por dos niñas, hija y sobrina de la víctima que incluso sabían que Yazmín hacía varios meses presentó una denuncia contra Florencio, en la panista Fiscalía de Justicia en Matamoros, por una severa golpiza que le dio a raíz de que perdió la custodia de los seis menores de edad.
“Pinche vieja, te voy a matar junto con esa niña bastarda que no es mía”, fue la amenaza delante de la familia.
Así, Florencio, originario de Tuxpan, Veracruz, se retiró a su casa en Praderas de la Rioja, porque se había separado de Yazmín, enojado porque perdió la custodia de los infantes y su odio se acrecentaba.
Yazmín vivía en casa de su mamá Margarita Rodríguez en la colonia JAD, todos los días salía a trabajar en una empresa cartonera, pero esa mañana, las pequeñas, vieron que la camioneta guinda Tajo, la conducía su tío Franco con la cara desfigurada por el coraje y al frente, corría Yazmín, a todo lo que sus fuerzas daban.
Incluso llamó por celular a su mamá, doña Margarita para decirle que Florencio la estaba molestando.
Yo oí por celular a Florencio que le decía:
—“Súbete… súbete a la camioneta”.
Así, la impactante escena, permitió ver rápidamente, cuando la camioneta atropelló intencional y violentamente a Yazmín que desesperada corrió y allí quedó con la mirada hacia el cielo en esa fresca mañana.
En tanto, doña Margarita, afuera de la escuela primaria que esperaba a sus nietecitas, al interrumpirse la comunicación que sostenía, ni sabía qué hacer, pero en eso le entró otra llamada y una voz apresurada, pero a grito abierto le dijo:
—“¡Vente tía, acaban de atropellar a mi prima Yazmín saliendo de la casa!”
—“¿Qué…?”
—“Fue el perro maldito de Florencio, la mató, le echó la camioneta encima.
Doña Margarita corrió como Dios le dio a entender, le pegó a la ventana del salón de una de las pequeñas y le hizo señas de que saliera a toda prisa, lo mismo hizo con la otra niña y así, se fueron corriendo.
Para cuando llegaron allí en la avenida Cantinflas, yacía Yazmín, su sobrinita y su hija, con otros dos pequeños, se sentaron en la orilla de la banqueta, otros se recargaron en la barda de una casa y comenzaron a llorar.
Doña Margarita llegó corriendo “¡Dios mío, que no sea grave” —se repetía una y otra vez—, pero Yazmín había partido al cielo, en tanto el feminicida Florencio, se había escapado a toda velocidad.
—“Lo vas a pagar muy caro”.
Promesa en voz alta de doña Margarita, mientras los niños la abrazaban bañados en llanto, en tanto, involuntariamente los pocos vecinos que se dieron cuenta comenzaron a derramar lágrimas de tristeza, era un cuadro desgarrador, hasta llevaron una sábana para taparla.
Cuando los elementos de la Policía Ministerial del Estado preguntaron si había testigos, la gente señaló a la hija y sobrina de Yazmín, lo vieron todo, pero ellas junto a sus hermanitas, narraron lo ocurrido a la oficial.
Como a unos 50 metros de distancia, un pequeñito de playera tipo militar, de pantaloncillo corto, descalzo, solo observaba, cuando el perrito de la familia lo vio y despacito se le fue acercando, se le pegó a su cuerpecito.
Tal vez en su instinto quería progerlo, ambos se veían vulnerables, el animalito lo acariceaba con su cuerpecito, el pobrecito infante bajaba la cabeza, pero su perrito lo lamía, probablemente quería reconfortarlo.
Los familiares de Yazmín lloraban, maldecían y se hacían la pregunta:
“Si toda la fiscalía de justicia sabía de la denuncia, de los golpes que recibió Yazmín de Florencio, por qué nunca intervinieron, ahora están huérfanos seis infantes”.
La hermana de Yazmín dijo a los medios de comunicación, allí en el lugar de los hechos:
“Mi hermana, Yazmín, ya había presentado una denuncia, pero nunca hicieron nada, ella vivía con mi mamá, yo estaba allá en mi casa en el ejido Los Arados cuando mi mamá me habló por celular, pinches autoridades”.
Los cibernautas a través de las redes sociales, comenzaron a publicar la identidad de Florencio, el feminicida de Yazmín.
De hecho el personal del Servicio Médico Forense (Semefo), aceleró los trabajos, subieron a su unidad el cuerpo de Yazmín que algunas personas habían cubierto.
Despacio, la unidad salió de la avenida Cantinflas, pero allí el perrito café, volteó la mirada, de sus ojos salieron lágrimas, apenas si meneó su rabito cuando vio a la ambulancia que llevaba a su ama a un nuevo lugar.
Esa mañana, cientos de niños y adolescentes estuvieron en Mundo Nuevo en el Congreso Nacional de Actividades Espaciales de la Agencia Espacial Mexicana, pero las hijas de Yazmín son tan pobres que nunca podrían ir, pero era como si estuvieran, una gran parte de los adultos sabía el feminicidio premeditado que hizo el veracruzano Florencio y compartían la imagen del homicida.
El responsable del restaurante Los Magüeyes, aportó la imágenes del feminicida Florencio Hernández, por eso rápidamente estaba boletinado, hasta que fue capturado en Reynosa, Tamaulipas en la camioneta donde huyó.
Se sospechaba que como trailero huiría a Estados Unidos de Norteamérica, pero se supo que estaba castigado por cometer una infracción y eso le impedía regresar.
Y ahora la familia se prepara para velar y sepultar a Yazmín, pero hay seis menores de edad que quedaron huérfanos, la mamá será enterrada y el papá Florencio irá muchos años a prisión… todos, si es posible.