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EN PLENO CONTEO DE VOTOS, DONDE LA BORREGA ENTERRÓ A IVECHITA, EL AMPANIZADO CARLOS GARCÍA AVILA, LE ENVIÓ LAS CENIZAS DE SU ESPOSO FALLECIDO A DELIA ARELLANO, PRESIDENTA DEL COMITÉ MUNICIPAL ELECTORAL…

Oscar TreviñoJr. - 14 junio, 2021

Para Morena fue felicidad: Mario Alberto López Hernández, La Borrega, fue reelecto Presidente Municipal, en tanto que Ivett Ivechita Bermea, con su PAN sigue llorando su derrota, pero Delia Arellano Contreras, presidenta del Consejo Municipal Electoral de Matamoros, vivió un infierno en las elecciones al morir su esposo Gustavo Pérez.

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Para Morena fue felicidad: Mario Alberto López Hernández, La Borrega, fue reelecto Presidente Municipal, en tanto que Ivett Ivechita Bermea, con su PAN sigue llorando su derrota, pero Delia Arellano Contreras, presidenta del Consejo Municipal Electoral de Matamoros, vivió un infierno en las elecciones al morir su esposo Gustavo Pérez.

El infierno se lo proporcionó el empanizado Carlos García Ávila, gerente de la funeraria San Joaquín y su secretaria, que un día antes de las votaciones, exigían la presencia física de Delia Arellano para hacer los trámites, sin admitir la intervención de familiares, amigos ¡nadie solo ella!

Todavía en plenas votaciones, pese a ser domingo, exigían el acta de matrimonio a Delia, cuando llevaba más de 15 años divorciada de Gustavo Pérez, que incluso, se había casado y tenía dos hijos, luego en el conteo de votos, la intransigencia de Carlos García Ávila fue tanta, que en la sesión permanente, delante de los Consejeros, representantes de partidos y Prensa, le llevaron las cenizas, porque el empresario dueño de la funeraria, el panista Mario Ramírez, estaba molesto por la aplastante derrota de Ivechita.

Delia Arellano, licenciada en Ciencias de la Comunicación, contrajo matrimonio con el Contador Público Gustavo Pérez, un hombre serio, al había que sacarle las palabras para entablar conversación, con el paso de los años, se acabó el amor y de mutuo acuerdo se divorciaron para cada quien rehacer sus vidas.

El cariño y la estimación quedaron. Gustavo volvió a contraer nupcias, teniendo dos hijos, en tanto Delia, luchona por la vida y trabajadora en diferentes medios de comunicación, continuó con sus tareas por eso durante más de 15 años ninguno de los dos se frecuentaron.

Como la vida sigue su curso, a mediados de enero Delia Arellano buscaba un local para instalar el Instituto Electoral de Tamaulipas (Ietam) del cual en Matamoros, era Presidenta del Consejo Municipal Electoral, cuando por teléfono celular le llamaron para avisarle que su hermano, el abogado Genaro había fallecido de un paro cardiaco.

Profesional como es, Delia Arellano terminó con la búsqueda de las instalaciones, para luego asistir con dolor y pena, al funeral de su querido hermano, hasta que rindió tributo a la madre tierra en el Panteón Jardín de la Sección 16.

Poco a poco, Delia Arellano siguió con sus tareas dentro del proceso electoral que se avecinaba, junto con sus compañeros consejeros y demás personal para organizar todo y que la ciudadanía eligiera presidente municipal, un diputado federal y tres diputaciones locales.

Pero el sábado 5 de junio de 2021 en la madrugada, Gustavo Pérez, tal vez se sentía solo y triste, su esposa hacía años lo abandonó, sus hijos ni lo saludaban, así que con su celular le marcó a Delia Arellano, pero ella como funcionaria, afinaba los últimos detalles porque al otro día serían las votaciones, ni cuenta se dio.
Entre el murmullo y la participación de consejeros, la participación de todos empleados del Ietam, porque había que dejar todo listo, Delia Arellano al cabo de dos horas se dio cuenta de la llamada pérdida, contestó, pero nadie respondió.

Esa mañana, Gustavo Pérez fue encontrado sin vida a consecuencia de un paro cardíaco en su pequeña habitación, en un vecindario de la calle 7 y Terán, zona centro, dando fe el fiscal y su equipo de la Policía Ministerial del Estado, corroborando que no había delito que perseguir.

Cuando ese sábado por la noche el cuerpo de Gustavo Pérez fue enviado a la Funeraria San Joaquín de la Lauro Villar, allí en la cartera encontraron el número de Delia Arellano, por eso Carlos García Ávila, el gerente le llamó para decirle que tenía que llevar el acta de matrimonio, más tardar el domingo 6 ¡día de elecciones!

Tratando de que algún familiar de Gustavo Pérez, apareciera Delia Arellano subió en sus redes sociales esa noche:

“Fuiste una alma sensible llena de amor, te vas y te llevas gran parte de mi vida. Descanse en paz Gustavo Pérez Rico, mi esposo”.

Por principio de cuentas las oficinas de registro civil estaba cerrado, pero además Gustavo Pérez había contraído nuevas nupcias, mientras que para la secretaria de Carlos García Ávila, Delia Arellano era la esposa.

Carlos García Ávila, predicador de Dios Nuestro Señor, olvidó la misericordia porque negocio es negocio y Delia Arellano, aunque fuera la presidenta del consejo municipal electoral de Matamoros, Carlos García Ávila y su secretaria, llamaron constantemente por celular a la presidenta del Ietam, hasta que pudo obtener el acta de matrimonio en la oficina segunda de Registro Civil.

Querían que físicamente Delia Arellano entregara el acta de matrimonio, pagar los gastos funerarios, presentar el acta de defunción y asistir al velatorio, cuyo trámite ningún familiar podía hacer, menos sus amigos. Tampoco podía incinerar el cuerpo, porque ¿qué tal si se presentaba la esposa y sus hijos reclamando muerte violenta?

Por tanto había que pagar la velación del cuerpo y luego contratar un espacio en el panteón, además de cubrir al Coepris justamente para enterrarlo.

La presión a que estaba siendo sometida Delia Arellano por los panistas, se olvidaba porque se metía tanto a su trabajo le impedía quebrarse, solo en algunos segundos de reposo, salía a fumar. El domingo, día de las votaciones, volvió a recibir telefonazos de Carlos García Ávila o su secretaria de que tenía que asistir al velorio.

Tuvo que pagar otra cantidad económica para embalsamar el cuerpo de Gustavo Pérez y regañada por Carlos García Ávila por su incumplimiento, pero debía continuar trabajando para evitar que los abogados de Ivechita en el Ietam, o los paleros del PAN le acusaran de que acanteaba la elección u lo que se les ocurriera.

Luego de la jornada electoral, fue tanta la insistencia de la secretaria, por instrucciones de Carlos García Ávila en el sentido de: “qué hacemos con el cuerpo, no puede estar aquí en la funeraria, porque se le cobrará más, o lo incineramos o qué…”

De tanta presión, Delia Arellano, allí en la mesa con representantes de partidos políticos dijo lo que algunos alcanzaron a captar:

-“Mira, échalo a la fosa común…¡No puedo salir!…estoy en sesión permanente!

-Es que nadie ha venido al velorio, ni usted, que es la interesada.

Un primo de Delia Arellano intervino para aclarar y dar solución al cuerpo de Gustavo Pérez, presentándose en la funeraria San Joaquín, pero primero fue regañado porque solo ella decidiría, fue la que firmó, así que solo a ella le dirían si le cobraban extra por tener el cuerpo día con día en el velatorio.

Peor se puso la cosa, porque el Programa de Resultados Preliminares (Prep) a través de los Centros de Acopio y Transmisión de Datos (Catd) de las votaciones, arrojaban un trailer completo en favor de Morena y la sepultura para Ivechita, el PAN, la mayoría de los huestes en Matamoros y Tamaulipas.

El 9 de junio se quebró Delia, pero tomando fuerzas se recompuso, cuando fue requerida para dar una declaración torno a las elecciones:
“En lo emocional, me afectó la muerte de mi marido (Gustavo Pérez), un día antes de la elección en la noche, entonces hay que organizar la funeraria, el proceso y estar al frente del Ietam, entonces tuve que tomar la decisión de incinerarlo, porque tampoco hay familiares aquí y hay que asumir con aplomo la responsabilidad que tienes, hay que sacar todo adelante pero vale la pena…si, vale la pena –sus ojos se llenaron de lágrimas y entró al Ietam para evitar que la captaran).

En el cotejo de actas en pleno y reconteos de votos en los grupos de trabajo el 11 de junio, un joven de la funeraria San Joaquín, acudió al Ietam para entregar un encargo a nombre de Delia Arellano, una cajita de madera negro obscuro con las cenizas de Gustavo Pérez.

A las puertas lo atendió el empleado del Ietam Javier Sancho, cuya cajita, con documentos protegidos en un plástico, los llevó por el momento a la oficina de Delia Arellano, guardándolos en un archivero.

El 12 de junio, mientras La Borrega sueña como presidente relecto seguir continuando con las obras para Matamoros, Ivechita, como la zarzamora, llora que llora por los rincones, aunque sean de Brownsville, Texas y todavía, Delia Arellano, anda buscando en dónde depositar las cenizas de Gustavo Pérez.

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