Director General: Julio Alberto Rubio Pérez

RODOLFO Y ANITA, ÚNICOS ASESINOS EN SERIE DE SIRVIENTAS EN MATAMOROS…

Oscar TreviñoJr. - 27 julio, 2023

Nadie supo durante cuánto tiempo, el gringo Rodolfo Lucio Infante Jímenez y su pareja la potosina Ana María Ruiz Villeda, Anita, estuvieron asesinando jovencitas, las autoridades policíacas de Matamoros solo encontraban cadáveres en el río Bravo, en drenes y en el Canal de El Soliseño en octubre de 1991, sin huellas de violencia física.

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Nadie supo durante cuánto tiempo, el gringo Rodolfo Lucio Infante Jímenez y su pareja la potosina Ana María Ruiz Villeda, Anita, estuvieron asesinando jovencitas, las autoridades policíacas de Matamoros solo encontraban cadáveres en el río Bravo, en drenes y en el Canal de El Soliseño en octubre de 1991, sin huellas de violencia física.

Los agentes del Ministerio Público, los investigadores de la Policía Judicial del Estado, de la entonces, Procuraduría General de Justicia en Tamaulipas (hoy Fiscalía), contabilizaron 8 jovencitas muertas solamente en el mes de octubre, meses antes encontraron muchas más, pero nadie hizo caso.

Los cuerpos de las sirvientas fueron identificadas como:

Guillermina Sánchez Galicia, Marina Hernández López, Cecilia Obispo, Orfelinda Juárez Castillo, Isabel Ventura, Rita Hernández Hernández, Enriqueta Vega Rocha y Flora Adrián Martínez.

Las víctimas de los asesinos en serie, Rodolfo y Anita, tenían similares características: todas ellas de entre 14 y 19 años de edad, entre 1.50 y 1.60 de estatura, de tez aperlada, cabello negro largo hasta los hombros, de entre 45 y 55 kilos y ojos negros.

En ese 1991, la Procuraduría de Justicia hoy Fiscalía, tenía un deficiente grupo multidisciplinario de peritos en el área de contenidos, ni siquiera existía el Servicio Médico Forense (Semefo).

Las autopsias se practicaban en la Funeraria El Rosario, Glayosso (ya desaparecida), con material quirúrgico y herramientas como serruchos, hachas, con pruebas que se enviaban a los laboratorios particulares, cuyo fiscal en turno mentía, al decir que eran de la entonces Procuraduría.

Aunque la mayoría de los cadáveres de las jovencitas estaban en estado de putrefacción, en las autopsias practicadas por los médicos José de la Luz Galán y Florentino Pérez Charles, solamente encontraron que las chicas murieron de anoxemia por sumersión, es decir ahogadas. Nunca hubo violación comprobada en sus pruebas periciales.

Como hasta ahora, ninguna autoridad en Tamaulipas, se especializaba en la desaparición forzada de mujeres, el número fue una estadística más, pero tuvo que escapar Alma Lilia Rostro Rocha, cuando vio a Rodolfo y Anita estrangular a su prima Enriqueta para pedir ayuda en plena carretera.

Al llegar a la oficina de la Policía Judicial del Estado, transportada por un trailero, Alma, bañada en llanto narró a los investigadores, que conocía a Rodolfo y Anita, asesinos de las mujeres que aparecían muertas en los canales y en el río, los que publicaban en los periódicos.

Los judiciales se dirigieron al ejido El Ebanito donde vivían Rodolfo y Anita, estacionaron su camioneta en la brecha de acceso a su domicilio, luego abrieron el cofre simulando un problema mecánico y esperaron pacientemente, cuando la pareja se acercó con curiosidad, los oficiales pidieron ayuda para ganarse su confianza, con esa estrategia los detuvieron.

Uno de los judiciales hizo el comentario: “tenía razón la agente del Ministerio Público, Maricela Almanza Tafoya, ella predijo que eran asesinos en serie, pero nadie le creyó porque como es mujer, le echaba a los hombres”.

Tanto Rodolfo como Anita, admitieron los homicidios en las oficinas policíacas, hasta se culparon, los judiciales con una venda, envolvieron el cuerpo del presunto homicida, para evitar que los golpes dejaran huella, los torturaron para que siguieran confesando, por eso oyeron el grito:

“Si las maté, si las maté, en la cuarta muerta, me di cuenta que las tiraba al río pero no las tocaba, por eso empecé a violarlas muertas y luego antes de matarlas.

Todo empezó cuando Rodolfo llevó a su hijita Brenda con su pareja Anita para dejarla en casa de su suegra en ese agosto al rancho Amayo de Zaragoza, municipio de Xilitla, San Luis Potosí, huyendo porque la policía había encontrado el cuerpo de Flora Adrián Martínez.

Los últimos días de septiembre, la pareja regresó a Matamoros, acompañados por Guillermina Mejía, que tenía intenciones de cruzar a Estados Unidos para trabajar, ayudar a su mamá enviándole dólares.

Unos días vivió con ellos, pero Guillermina se cambió a una casa ubicada en calle 15 y Bustamante, donde según Rodolfo tuvo relaciones íntimas ante la vista de su pareja Anita.

Días después se fueron al río dizque para cruzarla pero Rodolfo, originario de San Benito, Texas, la ahogó, cuyo cuerpo fue encontrado entre el ejido La Brigada y San Luisito, le quitó la blusa, el pantaloncillo corto y allí la abandonaron, le robaron 40 dólares. La autopsia reveló que murió ahogada, sin huellas de violencia.

A Orfelinda Linda Juárez Castillo de 15 años, la encontraron en el Canal El Soliseño, entre el ejido El Sabino y El Ebanito. La identificó su mamá Florentina Castillo Contreras, obrera de Porta Systems SA de CV, residente en la colonia Campestre del Río.

A Linda la matamorense, la engancharon Rodolfo y Anita en su trabajo, en el restaurante de pollo de la zona peatonal Nueve y Abasolo, a la que le ofrecieron 170 mil pesos dizque por cuidar unos niños y la ambición la cegó.

Linda se fue de su casa, pidiéndole permiso a su mamá y la encontraron ahogada, sin los 40 mil pesos que llevaba ocultos entre sus ropas.

Marina Hernández López, de 14 años, originaria del Rancho Puerto Oscuro, de ciudad Tamanzuchale, estado de Hidalgo, Rodolfo y Anita luego de ahogarla, le robaron 150 mil pesos, después de abandonar su cuerpo en el Canal El Soliseño, a la altura del ejido El Ebanito.

Con el dinero, Rodolfo festejó su cumpleaños, era 12 de octubre, llevó a Anita al cine Dorado (ya derribado) para que viera una obra de teatro con los artistas del momento Eduardo Yañez y Edith González, mientras él se iba a comer unos tacos doraditos de papa y salsa verde bien picosa.

Se dieron cuenta Rodolfo y Anita, que la menor de edad, llevaba una vida oculta, descubrieron que trabajaba en la cantina El Escorpión de la 14 y Matamoros porque allí la conocieron y le ofrecieron un cambio de vida.

Otro día se vieron al pie de la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús. Marina se persignó, todo ellos se fueron caminando a la Terminal en calle 12 y Abasolo (4 cuadras de distancia), tomaron el camión de Omnibus de Oriente al ejido El Ebanito, por eso bajaron en la carretera, caminaron pero llegando al dren fue cuando la iba a estrangular hablándole el inglés para la víctima ni cuenta se diera pero, según Anita le gritó:

-No lo hagas.

Entonces Rodolfo, enfurecido le respondió a gritos pero en español:

-¡Callate el hocico o a ti también te mando a la verga. La verga las trajo y la verga se las va a llevar.

Gaudencia Hernández con domicilio en la colonia Lucio Blanco, luego de revisar expedientes y fotos, identificó el cuerpo de su hermana Marina, así como sus pertenencias.

Isabel Ventura, de 16 años, con domicilio en una vecindad de la calle Iturbide 15 y 16 (ahora un terreno baldío), se la encontraron en la plaza Allende y la enganchó Anita, diciéndole que si quería trabajar por 170 mil pesos y luego la cruzarían por el río para ir a casa de la mamá de Rodolfo, su pareja, para que ganara dólares.

Le robaron 130 mil pesos y entre los dos la ahogaron en el río, pero se desconoce cómo es que se fueron a su casa en el ejido El Ebanito, Rodolfo le metió los dedos y descubrió que era virgen, allí fue cuando la violó muerta.

Enriqueta Vega Ochoa, de El Capulín Río Verde, San Luis Potosí, vivía apenas un mes en Libra 18 del fraccionamiento Satélite en Matamoros, cuando con su hermana Fabiola, de 14 años y su amiga Alma Lilia Rostro Camacho de 17 años, fueron abordadas en la calle 7 y Abasolo en la zona peatonal por Rodolfo y Anita.

Les ofrecieron trabajo Rodolfo y Anita, pero solo Enriqueta aceptó, quedando de verse otro día en el Minisuper 7, de las calles 7 entre Rayón y Zaragoza (desaparecido).

Tres días después Rodolfo y Anita llegaron a la casa donde trabajaba de sirvienta Alma Lilia en calle 15 y Bravo, para decirle que le habían encontrado trabajo, que la pedía su amiga Enriqueta, que estaba trabajando en una casa en la colonia San Francisco.

Estuvo Alma Lilia con Rodolfo y Anita trabajando de sirvienta, hasta que un día llegó una chica que le decían Linda, que tenía prohibido hablarle, pero allí la visitante quería hacer del baño y se la llevaron sus patrones a un canal.

Regresaron sin Linda pero al preguntar por ella, le respondieron Rodolfo y Anita que se enojaron, que se había regresado a Matamoros, pero era mentira porque sus zapatos estaban guardados dentro de una lavadora vieja.

El 16 de octubre, le insistió Alma a Anita que la dejara ir, por eso recibió 2 mil pesos para que huyera, así se echó a correr a la carretera, donde la levantó un trailero y la trasladó a denunciar a la Policía Judicial del Estado, se puede leer en el expediente acumulado.

A Enriqueta le quitaron 40 mil pesos antes de matarla. En la búsqueda Zita Rocha Rostro, estuvo llorando porque los Policías Judiciales cuyas caras olvidó le pidieron un millón de viejos pesos para la gasolina y buscar a su hija, cuando ya estaba muerta.

El fiscal segundo, Luis Ernesto Gracia Ramírez se molestó pero le dijo a la señora Zita, que primero reconociera el cadáver de su hija y si quería, podía presentar otra denuncia por escrito con original y cinco copias contra los judiciales, que la extorsionaron, pero la víctima, inconsolable, solo quería el cuerpo de su hija.

A Cecilia Obispo Magdalerno, de 15 años, de Aquismón, trabajaba de sirvienta en el Fraccionamiento Victoria, paseaba con su prima María Catarina Obispo Juana por la plaza principal, frente a la presidencia municipal, cuando a la chica la abordó Anita con su pareja Rodolfo.

Le ofrecieron trabajo, se fueron juntos allí la dejó y jamás la volvió a ver con vida, la violó Rodolfo ante la vista de Anita y entre ambos la estrangularon, la aventaron a un canal de riego del ejido Guadalupe lleno de plantas de tule, cuyo cuerpo quedó entre el agua, oculto con ramas.

Luchó por su vida Rita Hernández Hernández, de 16 años, del ejido Rancho Nuevo Las Joyas, San Luis Potosí, le pegó a Rodolfo con sus manos, lo arañó, pero perdió el sentido cuando recibió una patada en el estomago, allí la hundieron para siempre.

Por la plaza principal convencieron a Rita para trabajar pero en la terminal ya no había camiones y caminaron hasta la copa de la JAD Rigo Tovar, allí una camioneta les dio un aventón y bajaron en el ejido El Sabino, porque Rodolfo nunca decía donde vivía.

Se fueron caminando y decidieron así sin más, matarla según la confesión de Anita.

La maestra María Guadalupe Castro, del fraccionamiento Las Palmas, compareció en la fiscalía y dijo que un día Rita llegó pidiendo trabajo, era una chica recatada, seria.

En 1991, la gente presentaba denuncias en la Secretaría de Seguridad Pública en un libro llamado Partes de Localización, nunca se actualizó. Esos diarios se echaron a perder cuando se cambió de sede de la avenida Pedro Cárdenas a la Marte R. Gómez.

Antes de que consignaran a los asesinos en serie a al Juez Penal, entrevistamos a Rodolfo Infante, sobre la razón por las que mató a las mujeres, todas ellas con características similares:

-Le voy a decir, pero no me grave…
-¿Por qué?
-No quiero.

-¿Por qué esa fijación de matar a mujeres muy semejantes en todo: todas ellas delgaditas, pelo largo negro a los hombros, jovencitas, labios pequeños, morenitas…

Las primeras lágrimas de Rodolfo asomaron (sin razón), se mordió los labios:

-¿Por qué? -insistimos-.

Rodolfo comenzó a sollozar mientras respondía:

“Cuando era niño, mi mamá, me pegaba con el cinto en el cuerpo bien fuerte, me dolía señor, yo le juro que no hacía travesuras, pero ella me pegaba y mi papá no decía nada, me lastimaba, me encerraba en el ropero y allí me dejaba por horas…

Pero sabe -de pronto su rostro cambió, se volvió duro, sonreía malévolamente-:

“Un día me fugué de la casa, la odio, siempre quise matarla con mis manos, pero el día que lo iba a hacer, la encontré muerta allá en Harlingen, Texas, en su casa, por eso me vine para Matamoros, nunca pude olvidarla.

-Pero si su pareja Anita, es muy parecida a su mamá, ¿por qué a ella, la dejó con vida?

-Jijiji, ya la iba a matar, porque le dio dinero a Alma para que escapara, pero fue cuando me agarró la policía.

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