Fue el 19 de diciembre, uno de esos días tristes cuando te enteras […]
Fue el 19 de diciembre, uno de esos días tristes cuando te enteras del deceso de un buen amigo como lo fue Guadalupe Lupito Reyes Pérez, te quedas sin palabras, redactaron en ese tono en sus muros de Facebook, una gran parte de sus amigos, reporteros y quienes lo conocieron.
Y sí, Lupito Reyes era un hombre generoso, de sonrisa franca y palabras siempre de ánimo para quienes lo conocieron, así se forjó su carácter bajo la luz de su papá don Fidencio Reyes conocido como El Torojo, una de las viejas glorias del beisbol en Matamoros.
Muy pocos saben, que El Toronjo cambiaba casas, esas famosas de madera que poblaban la ciudad, pero luego azotó el huracán Beulah y parte de la ciudad quedó entre el agua, pero la gente que más sufrió fueron los pobladores de la famosa colonia de la Sección 11.
Cuando a Matamoros llegó la calma El Toronjo, acompañado de un niño gordito, poco a poco comenzó a cambiar de lugar casa por casa, las viejas crónicas cuentan que los hogares, fueron cambiados a lugares altos en la propia colonia.
Con ese esfuerzo, Lupito Reyes creció, era cuando la mayoría de los habitantes de Matamoros se conocía, a diario se saludaban, se deseaban lo mejor de la vida; era cuando las familias salían de sus casas, se sentaban en sillones y sillas para conversar con sus vecinos, a contarse sus penas, sus alegrías y allí, de pequeño, Lupito aprendió las historias de los viejos.
Algunas personas conocieron que Lupito Reyes y Jesús Chuy Vega Sánchez (ambos operadores políticos del PRI), estudiaron juntos en la Técnica Tamaulipas y por eso aunque la frecuencia era poca, había amistad.
Allá por los años 80’s, Lupito Reyes, fue secretario general del Sindicato de Telefonistas en Matamoros, se hizo amigo de Francisco Hernández Hernández, que posteriormente éste último fue el Secretario a nivel nacional, de allí que lo invitara a tener una cartera como Secretario del Trabajo.
Poco a poco Lupito Reyes se convirtió en el líder moral de los Telefonistas, siempre las bases de trabajadores le consultaban para elegir al secretario general local, así le llegó una invitación de Manuel Iracheta, presidente del Comité Municipal del PRI en Matamoros, para participar en política.
Sería operador junto con Chuy Vega, para impulsar la carrera política de un Tomás Yarrington Ruvalcaba, que se venía comiendo a los políticos en turno y ahora era el candidato a la gobernatura de Tamaulipas, llevando en la fórmula a Homar Zamorano Ayala como candidato a alcalde.
La historia de Matamoros, narra que entre Lupito Reyes y Chuy Verga, idearon las “Casas Amigas” en favor de Tomás que era, antes de ir a votar, reunirse en un hogar y comer pozole, o tacos o la barbacha, como antaño lo había hecho el alcalde Jorge Cárdenas González, muy querido por el pueblo de aquel entonces.
Para darnos una idea, Lupito Reyes, luchó tremendamente para que ganara el PRI en una contienda electoral con Simón Villar como diputado federal en México (nunca regresó a la ciudad), desde Matamoros hasta Tijuana, único que ganó a Vicente Fox.
Fue Lupito Reyes regidor, secretario general del PRI local, le tocó como director de Bienestar Social municipal, formar los comités de colonia, manejó campañas de diferentes candidatos priístas, panistas y Emecistas.
Cuando el PRI iba de bajada, participó como candidato a diputado local por el distrito 11, pero perdió, posteriormente entabló amistad con Pedro Silva, secretario general con Francisco Javier García Cabeza de Vaca.
Lupito cambió el PRI por el PAN, para luego ayudar en la candidatura para presidenta municipal de Ivett Ivetchita Bermea, luego le ayudó a César El Truko Verástegui en su candidatura por Tamaulipas y ya para el 2023, le ayudó al candidato Roberto Lee del partido Movimiento Ciudadano.
Ya había sido operado Lupito Reyes del motor que proporciona cariño, amor, por su esposa Marisa, por sus hijos, por sus nietos, pero ahora en vísperas de Navidad ese corazón dejó de latir, dejando asombrada a su familia, a sus amigos.
Fue uno de esos días grises, que dejaron sin palabras (qepd).