En la pista arenosa o en el fango, a Johnatan Edmundo Cadena, le gustaba arriesgar la vida, trepado en las camionetas 4×4 o en tierra firme, mientras sus amistades lo aclamaban cada vez que lo veían muy hiperactivo.
A pesar que sus amigos lo veían sin temor a nada, en su hogar en la colonia Nueva Jerusalén, Johnatan Edmundo Cadena Reyes o Pablo Emilio Cadena, derrochaba amor por su familia, a su madre doña Ludivina Cadena Reyes la colmaba de besos y abrazos como muestra de amor.
En la intimidad de su casa usaba short con botas y de cariño a su mamá le llamaba Mi Frijoles, para él su hermana mayor, Beatriz Cadena Reyes, era La Negra; a su sobrina Camila Alcocer Cadena, Mi Primer Amor, a su sobrino José Alcocer Cadena, Mi Negro y a su hermano menor, Luis Cadena Reyes, El Polocote, por su gran estatura.
Su gusgueria preferida era la pizza, en cambio su platillo favorito: las entomatadas sin picante, ya que le molestaba probar las salsas picosas. Para beber prefería un café bien caliente o aguas de limón o jamaica, le incomodaba que su madre bebiera Coca Cola:
“Me decía: ‘no mamá no tome coca’. Es que como él estudió sus palabras eran muy correctas”, recuerda doña Ludivina Cadena.
Se vestía lo más sencillo posible, con colores negros o gris, camisa a cuadros, gorra, botas vaqueras hechas en Michoacán, ya que venía de las rancherías del Álamo, Veracruz. Johnatan Edmundo Cadena o Pablo Emilio Cadena, el piloto de Los Ondeados del 4×4, nació un 22 de junio de 1989 y pasó parte de su infancia en la colonia Nuevo Jardín en Álamo, junto a su madre doña Ludivina Cadena y sus hermanos: Beatriz Cadena y Luis Cadena.
Aunque, su registro como ciudadano mexicano fue en Montemorelos, Nuevo León, Johnatan Edmundo Cadena sentía un gran apego por el rancho que lo vio crecer, pues aquí germinó su pasión por la potencia de los motores y los vehículos.
De niño su tío Mario Reyes, a la edad de 8 años, le enseñó a manejar un camión torton de redilas, transmisión manual, utilizado para transportar naranjas y su abuelo Javier Cadena, a la vieja usanza de regaños, lo formó como mecánico, ofició que dominó a la perfección a muy temprana edad.
Por su tez blanca y cabellera güera lo llamó Balín -apodo por el que lo conoce su familia- era muy inquieto e inteligente. Como todo niño le gustaba pasear en bicicleta, pero sin temor a perderse entre los caminos pedregosos del pueblo; iba y venía, le llevaba el lonche a su abuelo o visitaba a sus amigos.
Durante la adolescencia, en busca de mejorar la economía familiar, su mamá doña Ludivina Cadena se mudó a Tampico, luego a Reynosa y al final a Matamoros en donde Johnatan Edmundo Cadena se ganó el cariño de sus amigos en la colonia Villa Las Torres, en la calle Guayana número 135, y se dio a conocer como El Pollo, sobrenombre que resaltó su delgada figura y baja estatura.
Con el fin de cumplir su sueño: de ofrecer un mejor futuro a su familia, Johnatan Edmundo Cadena, al terminar la preparatoria en La Universidad del Atlántico, por voluntad propia se enlistó en la facultad de Criminología en el Instituto Oriente de Estudios Superiores de Tamaulipas, recuerda su mamá:
“El investigó la carrera y fue a la escuela a inscribirse, yo le dije: ‘te acompaño’ y me respondió: ‘ni se te ocurra mamá, aquí, yo me hago responsable’”.
Con el apoyo económico de su hermana y el fruto de sus esfuerzos, graduó con buenas calificaciones el 27 de febrero de 2014, donde con toga negra y stola violeta tomó protesta tras aprobar su examen profesional. Y el 6 de marzo de 2014 recibió su título como licenciado en Criminología.
Con la intención de buscar un espacio en el gobierno viajó con su currículum bajo el brazo a Ciudad de México, pero fue rechazado, por la mala imagen de los tamaulipecos ante la corrupción y la violencia que generó el narcotráfico en el Estado.
Eso lo obligó a regresar a Matamoros con el ánimo por los suelos y decepcionado. Ese día entró a su casa, luego se sentó en la sala y con lágrimas en los ojos le dijo a su hermano Luis Cadena:
“Nombre, discúlpame carnal, no pude ejercer mi carrera, no los voy a poder sacar adelante”. -Luis Cadena recuerda que fue la segunda vez que lo vio llorar.
A Johnatan Edmundo Cadena, le emocionaba ver una y otra vez el filme Hombres de Honor y Sangre por Sangre (titulada en inglés Blood in, Blood out). También, vio por completo la serie del Patrón del Mal, basada en el capo colombiano Pablo Emilio Escobar Gaviria, del cual tomó el sobre nombre de Pablo Emilio, como lo conocían en redes sociales y una parte de sus amigos:
—Carnal, -recuerda Luis Cadena Reyes que le dijo- fíjate como habla ese pelado, fíjate como habla Carnal, ponme así en Facebook: Pablo Emilio.
En su vida amorosa hacia lo posible por cortejar a las damas que le llamaban la atención, era bien enamorado, asegura Luis Cadena:
“En Tampico vivíamos en un hotel y mi mamá nos contrató una niñera y pues en ese tiempo estaba bonita la muchacha y él, que se la agandalla a mi mamá y mi mamá se enteró y le dijo: ‘no vuelvo a contratar una niñera para ti’, era bien bandido desde chiquito”.
Durante sus andanzas en Matamoros conoció a Gabriela, a quien de cariño le decía Mi Fea y con quien en 2016 procreó a su hija Mila, Mi Chuky -como él la llamaba de cariño- de 4 años de edad, su gran adoración.
Tras una larga travesía en busca de oportunidad, Johnatan Edmundo Cadena se encontró a un amigo de infancia de Villa Las Torres, Carlos Herrera Mata, Morado -su padrino como él le decía-, quien lo alquiló como ayudante electricista dando un giro a su profesión:
“Él me comentó -hace memoria Morado- que quería trabajar y me dijo: ‘ando buscando chamba pues ya fui a dejar varias solicitudes’, pero por la carrera que él estudió, pues no lo contrataron, le decían que tenía que tener experiencia”.
Sus inicios como electricista fueron en el Consulado de Estados Unidos en México, según testigo de Morado:
“Su primer trabajo fue en el consulado y allí duró como tres años trabajando. Casi, casi, desde que empezó la obra del consulado. Allí se acabó el trabajo y lo mandamos a ICA, una refinería que se estaba construyendo por el Ejido La Gloria”.
Con el paso del tiempo, Johnatan Edmundo Cadena sembró un sinfín de amistades y con gran rapidez aprendió a manejar la electricidad; también se inició como miembro del club Los Ondeados del 4×4, formados por Morado y su familia. En ese año, cambió su vehículo, por una Jeep Sport, blanca 4×4 -que después pintó negra- a la que los miembros del club la bautizaron como La Loca porque encendía sola.
En al menos cuatro años, cada fin de semana, Johnatan Edmundo Cadena, tomó su teléfono celular para hacer una llamada telefónica o escribir un mensaje de texto a Morado:
“Qué onda padrino, ¿me arrimó a la junta del club (Los Ondeados del 4×4) o qué?”.
Siempre recibía una respuesta afirmativa porque a donde quiera que iba era bienvenido. Luego con gran ligereza vestía su jersey número 10 y de un brinco, por su delgada figura y baja estatura, subía a La Loca, su adoración.
En las reuniones del club, era quien llevaba la alegría y con una sonrisa en su rostro emprendía las carreras a lado de Morado a quien le decía cada vez que competían:
“Aquí puro pinche ondeado, padrino”, era su frase favorita.
En la pista arenosa o en el fango, a Johnatan Edmundo Cadena, le gustaba arriesgar la vida, trepado en las camionetas 4×4 o en tierra firme, mientras sus amistades lo aclamaban cada vez que lo veían muy hiperactivo.
En una ocasión mientras Morado manejaba su Jeep Sport, Johnatan Edmundo Cadena le dijo:
“Échate unas donas padrino”.
Morado, en entrevista para revista Vertical, recuerda:
“Un día andábamos en la playa, -siempre andábamos para todo lados-, y andaba conmigo y dice: ‘Échate unas donas padrino’. Y en la noche, yo agarro la troca, tuerzo todo el volante y comienzo a echar unas donas, pero, ya no lo vi, dije: ‘¿A chingado se cayó Cadena o qué?’, ¿dónde crees que estaba? -hace una pausa y responde: – arriba del capacete, se agarraba así mira… yo no lo miraba, pero me decían: ‘hey, hey, hey…’, y que me paro… y me dice: ‘dale padrino, dale, dale…’. Se había salió por la ventana de pura loquera, y le dije: ‘¡nooo, estás bien loco ehhhh!’, por estos y muchos episodios, se ganó el mote de El Loco Cadena o Flaco Cadena entre los miembros del club.
Sin embargo, mientras Johnatan Edmundo Cadena se divertía en las pistas, arriba de las camionetas, en su casa su mamá doña Ludivina Cadena, mujer de fe, le pedía a Dios que lo guiara a donde quiera que iba, ya que ese deporte se le hacía muy arriesgado, recuerda que le decía:
“Ay hijo, es que a mí no me gusta, está muy peligroso eso”.
Pero él con una sonrisa la serenaba:
“No mamá, nunca me quite eso, porque a mí me gusta, ¡me gusta!”.
El 11 de octubre de 2020, como todos los días Johnatan Edmundo Cadena llamó a Morado para reunirse en las carreras 4×4. Ese día lo acompañaba Brenda Virginia Alamillo González, estuvo sereno, junto a sus amigos, según versión de Morado.
Durante las carreras acompañó a Morado a bordo de la Jeep roja, quedaron en cuarto lugar:
“Me dijo: ‘padrino yo no la regué’, y le dije: ‘no el que la regó fui yo, yo me pasé’, -explica Morado:- veníamos recio y me enfrené aquí y pues ya la troca se fue barriendo, él se bajó hecho la mocha, pero cuando fue y le pico -al cronometro- hicimos 2 minutos con 42 segundos”.
Al finalizar las carreras, con una derrota en la bitácora cada quien subió a su vehículo y se retiraron. A eso de las 8 de la noche, Johnatan Edmundo Cadena llegó a la casa de Morado en la colonia Francisco I Madero y le dijo que durante la competición se le cayó su teléfono celular en la Jeep roja. Tras encontrarlo le informó y se retiró. Pasada la medianoche el teléfono celular de Morado sonó, un contacto le anunció que Johnatan Edmundo Cadena había perdió la vida en un accidente automovilístico…
El hecho fue difundido por la Prensa local y se dijo que Brenda Virginia iba al volante alcoholizada junto a una amiga de nombre Irasema Cortez Francisco que la acompañaba al frente y Johnatan Edmundo Cadena en la parte de atrás. El auto cayó a la canaleta de la Avenida del Niño cerca del Libramiento Emilio Portes Gil, según la Fiscalía General del Estado, él murió desnucado…
Con gran tristeza y nostalgia, Morado recuerda los hechos:
“Me avisaron unos amigos luego, luego, -y comentaron- que Cadena no contestaba el celular y todo eso… y ya después con las fuentes de uno, nos dimos cuenta que había fallecido”.
—¿Era cierto que iban discutiendo allí en el vehículo como se mencionó?
—No, yo en verdad no creo, porque se fueron muy bien de la casa los dos, de hecho, iban muy contentos.
A tres meses de la muerte de Johnatan Edmundo Cadena, Morado saca conclusiones:
“No creo que hayan ido peleando, lo que pasa es que está muy complicado ese tramo de la carretera, habido muchos accidentes. Después de lo de Cadena hubo otros accidentes más, está muy oscuro y muy cerrada la curva”.
¿Usted habló con Brenda Virginia al final o durante ese trayecto?
—Cuando fue a la casa sí, ya después ya no.
¿Ni en el cementerio? —insiste el reportero.
—No, porque ella no fue al sepelio. Pero de muy buena fuente sé, que iban muy bien, pero se descontroló el carro y pasó el accidente…
—¿Ya tomado Johnatan Edmundo Cadena se bronqueaba?
—Noooooo, puro reír con él, llegaba y te abrazaba y te daba un beso, así cosas de él.
Remata:
“Con decirte que mi hijo se llama Emilio por él”.
El domingo 31 de enero de 2021, Beatriz Cadena, hermana mayor de Johnatan Edmundo Cadena y su mamá doña Ludivina Cadena nos compartieron sus más grandes recuerdos junto a él y frente a su tumba en el Panteón Jardines del Recuerdo, confiesan:
“No nos podemos explicar, como él no reaccionó durante el accidente, porque él era muy listo, o sea, él hubiera saltado, se hubiera agarrado, o le hubiera volanteado a la muchacha, no nos podemos explicar qué fue lo que pasó”.
—¿Es verdad que andaba tomado? -cuestiona el reportero.
—Sí andaba tomado, pero perdido, perdido no. Porque venía de las carreras.
—¿Ese día salió de su casa?
—Sí, -dice doña Ludivina Cadena- pero él no iba tomado porqué yo le dije: ‘¿A dónde vas hijo?’ Y me respondió: ‘ahorita vengo’, él era de ir a comer pizza y hamburguesas sábados y domingos. Y le dije: ‘no te vayas a gastar todo el dinero que hay que pagar lo de la luz, le dije yo’, pero no sé… lo noté… no sé… cómo decirte, cómo explicarte la última vez que yo lo vi…”.
—¿Y no hubo una investigación sobre los hechos?
—No, -dice Beatriz-, se manejó como accidente. Ella (Brenda Virginia) pasó los tres días -en prisión preventiva-. Nos buscó su licenciado, pero le dijimos que nosotros no queríamos hablar nada, que nos dejaran en nuestro dolor. Y la muchacha no la hemos vuelto a ver.
Luis Cadena asegura que esa muchachita era una amiga:
“Nunca llegó a la casa y dijo: ‘Ira carnal ella es mi novia, ira mamá esta es mi novia, nunca dijo eso, como con la mamá de la niña (Gabriela)”.
Para Ludivina Cadena, la muerte de su hijo es el dolor más grande que ha sentido en su corazón:
“Cuando falleció mi mamá, me veía que yo lloraba, lloraba y me abrazaba y me decía: ‘Ma’ ¿Verdad que mi mamá fue una guerrera?’, o sea mi mamá, como ella lo crió también, le dije: ‘sí hijo’ y él lloraba bastante y decía: ‘No ma’ mi mamá allá está bien, ya está descansando’.
Remata:
“Y nunca pensé que a los cinco meses mi niño se me iba a ir, nunca pensé te lo juro –guarda silencio y continúa: -yo pensé que me iba ir más primero que él, pero no… el golpe que me dio la vida…”, reflexiona doña Ludivina Cadena, con su mirada fija en la tumba de Johnatan Edmundo Cadena, un hombre que por su gran carisma, se ganó el corazón de amigos y familiares, y que hoy su delgada figura reposa en el Panteón Jardines del Recuerdo.