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DESDE EL CIELO, RICKY BENAVIDES AYUDÓ A DESTACAR A LA SELECCIÓN DE MÉXICO EN LA SERIE MUNDIAL DE LIGAS PEQUEÑAS…

Oscar TreviñoJr. - 22 agosto, 2024

Cuando cayó el último out y la Selección de México perdió 11-3 contra […]

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Cuando cayó el último out y la Selección de México perdió 11-3 contra Venezuela para ser eliminados en la Serie Mundial de Pequeñas Ligas (Little League World Series en su idioma original), los peloteritos lo dieron todo en memoria de su querido coach Ricardo Ricky Benavides Jr.

Poco saben que Ricky, con su número 90 en la espalda, allí en el hermoso campo de la Liga Matamoros, A.C., entrenaba a los niños, pero falleció de un infarto en noviembre de 2023, dejando a sus niños, como les decía y el corazón dio un vuelco y arrancó muchas lágrimas.

Pero lejos de estar allá en el cielo Ricky, se convirtió en un ángel, en un padre para sus jugadores de 10 y 12 años de edad, por eso los peloteritos llevaban la playera de Benavides, número 90, la colocaban en el dugout y cuando hacían una buena jugada la abrazaban, mientras los padres de familia apludían y lanzaban porras.

La Little League World Series, es un torneo anual de beisbol para niños de 10 a 12 años, que se celebra en el este de Estados Unidos de Norteamérica

Originalmente llamado Torneo Nacional de Pequeñas Ligas, posteriormente pasó a llamarse Serie Mundial de Grandes Ligas de Béisbol. La Serie se celebró por primera vez en 1947 y se lleva a cabo cada agosto en South Williamsport, Pensilvania.

Aunque la dirección es Williamsport, se juega en el Estadio Howard J. Lamade y el Estadio Volunteer en el complejo de la sede de las Pequeñas Ligas en South Williamsport.

Inicialmente, solo competían equipos de Estados Unidos en la Serie, pero después se convertió en un torneo mundial, la que accedió en eliminatoria la Liga Matamoros, llevando la representación de México, nuestro país.

Así el 14 de agosto, allí en el dugout de México, se vio por primera vez la playera de Benavides, con su número 90, el sol le daba y el aire fresquecito, chapiaba la cara de los jugadorcitos que le echaban todas las ganas de la Liga Matamoros, A.C.

El debut fue lo mejor de México, se impuso a Aruba 2-0, en un juego marcado por un espectacular sin hit, ni carrera en cinco entradas. Antonio Guerrero recetó 12 ponches, pero ocho consecutivos y cerró Raúl Hernández Jr., con otros dos chocolates.

Los padres y madres de familia elevaban al cielo el número 90, porque la camiseta se encontraba colgada a un lado de la porra mexicana. Seguro Ricky brincaba de alegría.

Pero es que Ricky era un entrenador vital para los peloteritos, era una de las pocas personas, que se involucraba al por el bienestar de sus jugadorcitos.

La dedicación de Ricky y contribución hizo el desarrollo de los talentos en el beisbol en Matamoros, dejó un vacío significativo en la comunidad deportiva, principalmente para los actuales representantes en Williamsport.

Durante un partido de México, Antonio Guerrero se vio dedicándole un momento a su entrenador Ricky, mientras abrazaba la jersey que se encuentra en el dugout No.90, luego de haber conectado un jonrón de tres carreras que les daría el empate y una nueva oportunidad de ganarle a Cuba, dejándolos tendidos en el parque.

Allí en el graderío, don Ricardo Benavides, padre de Ricky, el entrenador, allí en Pensilvania junto a los demás padres en representación de su hijo, dijo emocionado:

“Desde el momento en que falleció mi hijo, me di cuenta de ese amor que tenían por Ricky.”

Don Ricardo recordó:

“Después del fallecimiento de mi Ricky, me pidieron mucho los papás, me enseñaron videos, me enseñaron mensajes que mi hijo intercambiaba con sus trece niños.”

Controlando el llanto agregó:

“Los papás me dijeron que soy el abuelo de los niños.”

La forma en la que todo el equipo de México-Matamoros, se unió para mostrar su respeto a Ricardo Benavides Jr., fue respaldada por las familias, que sin dudarlo en acompañar a los chicos en el torneo y también rendir homenaje a su memoria.

Aunque México con la Liga Matamoros A.C., fue eliminado, los pequeños han ganado en las sabias palabras de Ricky, ser educados, respetar a sus rivales, ser amistosos con mis hermanos peloteritos y por eso ellos levantan la mirada al cielo, porque desde allá los está viendo su querido entrenador Bernavides, con su número 90 en la espalda.

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