La denuncia hecha en la primera semana de marzo advirtió sobre las actividades […]
La denuncia hecha en la primera semana de marzo advirtió sobre las actividades que hacía el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) dentro del rancho Izaguirre en el municipio jalisciense de Teuchitlán, peor que el caso de Ayotzinapa, La Santa Muerte “impidió” a las autoridades que vieran los restos y eso que hay tres crematorios clandestinos.
En ese rancho de exterminio llamado Izaguirre, encontraron 400 zapatos, ropa, maletas, fotografías, cartas, entre ellas la de amor, escrita por Eduardo Lerma Nito, un joven secuestrado, pero localizado en 2024.
El colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco localizó un crematorio clandestino y restos óseos en un rancho de Teuchitlán, el cual ya había sido cateado en septiembre por los militares, pero nada encontraron porque La Santa Muerte los protegía, tenían su altar y varios tributos.
Era una finca de adiestramiento de jóvenes, mujeres, que fueron engañados con falsas promesas de trabajo por el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y si no resistían o desobedecían, eran asesinados.
Los activistas llorando, unos y otros abrazados buscando abrigo, señalaron que en lugar excavaban pozos para incinerar cuerpos y luego se cubrían nuevamente.
Todo comenzó en septiembre de 2024, el Rancho Izaguirre, de la comunidad La Estanzuela, en Teuchitlán, Jalisco, ya había sido inspeccionado por las autoridades federales.
Sin embargo, debido a la gran extensión del terreno, las fuerzas federales nunca pudieron revisar por completo, reconoció el Fiscal Salvador González de los Santos.
En aquella ocasión, detuvieron a 10 personas y liberaron a dos. La zona tenía baños, cuartos y cocina.
Este 5 de marzo, el colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco localizó hornos crematorios y fosas con restos carbonizados en ese rancho tras recibir denuncias.
“Nos encontramos en una búsqueda, en un predio que ya según se había cateado, y pues nos estamos percatando que se están encontrando varias fosas, crematorios, (…) varios huesos, placas, dientes”, indicaron”.
En el lugar también había prendas de ropa, maletas, tenis, carteras, además de un altar a La Santa Muerte bellamente decorada, con ofrendas de todo tipo, hasta dedos. Y bañada en llanto una activista dijo, mientras era consolada por una joven:
“Esta situación es muy delicada, hacían los pozos, luego posiblemente quemaban y se tapaban de vuelta“.
Al reiniciar los trabajos que consideró terminados en septiembre, la Fiscalía de Jalisco aseguró huesos humanos calcinados, 96 casquillos, tres cargadores y unas esposas metálicas.
De acuerdo con las investigaciones, el 1 de febrero, 37 personas fueron liberadas en un campamento también en Teuchitlán, engañadas con falsas ofertas de trabajo, presentaban huellas de violencia física, así el gobernador Pablo Lemus explicó:
“Lo que nos manifestaron, es que eran ofertas de trabajo simuladas, con sueldos que evidentemente eran una gran mentira y que fueron reclutados, nuevamente, a través de centrales camioneras (…) y claro que tiene que ver el crimen organizado con el reclutamiento de estos jóvenes”.
Según narraron las víctimas, eran citadas en la Nueva Central Camionera de Tlaquepaque, así como en la Central de Autobúses de Zapopan.
El mismo modus operandi ocurrió en el rancho de La Estanzuela.
Uno de esos sobreviviente, narró la pesadilla que vivió, pero del que se ocultó la identidad, así, Chano dijo al colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco:
“Allí al fondo, en toda esa área es donde quemaban los cuerpos, son varios pozos (…) muchos de los que llegaban ahí mismo morían y ahí mismo los quemaban, desaparecían, como si nunca hubieran existido”.
Las lágrimas brotaron cuando Chano recordó que allí estuvo entre castigos hambre, gritos, sollozos y presenciando muertes:
“Nunca supe a dónde me llevaron, luego de que respondió a una oferta de trabajo en la Nueva Central Camionera”.
Ahora sabe que un tiempo estuvo en el Rancho Izaguirre, la casa del dolor, donde reinaba La Santa Muerte:
“Ese rancho era el lugar donde se concentraba a los recién reclutados; allí vivían durante el primer mes de cautiverio y pasaban sus pruebas de iniciación.
Se les seleccionaba para posteriormente mandarlos a las distintas plazas, por lo que era el primer campo de adiestramiento al que se enfrentaban.
Había hornos crematorios clandestinos, donde eran “procesados” los cuerpos de los jóvenes que iban muriendo, no sólo a causa del duro entrenamiento al que eran sometidos, sino también víctimas del hambre, el sol, el estrés y los castigos corporales:
“Una vez los jefes escucharon a unos muchachos decirse groserías y los pusieron a pelear, porque no estaba permitido llevarse, ni decir malas palabras. Les dijeron que se dieran hasta que cayera uno muerto y aparte, al que ganó, después lo mataron ellos mismos por haberse llevado”.
Explicó Chano, que antes de cremar los cuerpos, eran desmembrados dentro de una construcción de techo rojo, que está al fondo del predio, del lado derecho y luego las piezas eran echados dentro de pozos que todo el tiempo estaban cavando; escarbar pozos y cortar leña, eran parte de sus obligaciones diarias:
“En el primer mes de cautiverio, eran cientos de muchachos los que estuvieron, para dormir los hacinaban en la construcción más grande, que está en la parte delantera del terreno y como era tal la cantidad de muchachos, tenían que dormir “de cucharita”, unos encima de otros (como ocururrí en el penal 1 de Matamoros, Tamaulipas).
Respecto a los montones de ropa y zapatos que se han encontrado, comentó que pertenecen a los mismos jóvenes que llegaban al campamento de adiestramiento; supuestamente los conservaban para que los usaran los que iban llegando, pero sólo los almacenaban en bolsas negras.
Además, sobre la gran cantidad de artículos personales y ropa de mujer, Chano, aseguró que son muchas las jovencitas que responden a las mismas ofertas de empleo y que en el campamento tenían incluso una sección separada, donde ellas se podían bañar.
En una de las paredes del predio se podía ver un altar a La Santa Muerte, que llamó mucho la atención durante la transmisión en vivo que hicieron los medios de comunicación entre ellos El Diario MX.
Confesó Chano que el altar a La Santa Muerte fue hecho por los mismos jóvenes reclutados, a quienes sus captores permitían colocar imágenes para rezarles.
Los hornos descubiertos por el colectivo son los más antiguos, dado que en el fondo del terreno, hay más recientes y que todo el predio tiene fosas con restos carbonizados, pero las fuerzas federales nunca vieron, ni detectaron nada como ahora.
Así, La Santa Muerte todavía se puede ver, enigmática, altiva, provocando que las fuerzas federales y quien la ve, baje la cabeza, algunos, hasta se persignan.