Director General: Julio Alberto Rubio Pérez

SON 9 VIUDAS Y 20 HUÉRFANOS, OTRA VISTA DE LA MASACRE DE 11 COMERCIANTES Y 6 DESAPARICIONES FORZADAS DE UN PALOMAZO…

Oscar TreviñoJr. - 11 noviembre, 2024

El asesinato estaba erradicado en Chautipan, allí morían de viejos o de enfermedad, […]

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El asesinato estaba erradicado en Chautipan, allí morían de viejos o de enfermedad, nunca menores de edad, pero el terror se apoderó del pueblo en Chilpancingo, Guerrero, por la masacre de 11 comerciantes y sus hijos, en tanto la gobernadora, Evelyn Salgado, hizo un dúo con Jorge Coque Muñiz, sin miedo, cantando Si nos dejan, impulsando el turismo de Zihuatanejo.
A mil 800 metros sobre el nivel del mar, el 9 de noviembre velaron y sepultaron a 11 personas asesinadas, le llaman la sierra. Chautipan, es una cordillera rodeada de ocotes y encinos, con casas de madera dispersas en las lomas, de las cuales, embriaga el aroma a pino de los fogones, en los que se cocinan frijoles y tortillas recién hechas.
El pueblo está atravesado por una brecha que conecta con una cadena de comunidades serranas en los municipios de Chilpancingo y Leonardo Bravo. Es frío, con temperaturas diarias que van entre los 12 y 15 grados Celsius.
En diciembre se vuelve más frío, a veces hasta cinco grados, pero allá abajo, en la cabecera de Chilpancingo, en el acceso sur de la capital, la noche del 6 de noviembre apareció una camioneta blanca abandonada con los restos de 11 personas originarias de Chautipan, de 17 que desaparecieron entre el 21 y 27 de octubre.
Eran cuatro niños, dos mujeres y cinco hombres, cuyos cuerpos fueron velados en ataúdes sellados y clavados, para que ningún familiar intentara abrir, pero alguien lo hizo antes y salió el olor a putrefacto, como su Estado: Guerrero.
Los ejecutados son
Los menores Raymundo Santos Francisco, de 13 años; Abraham Reyes Calletano, de 15 y Diego Alonso Francisco Cabrera, de 16; las mujeres Clara Francisco Cabrera, de 30 años y Flor Itulia Cabrera Sánchez, de 53 y los hombres adultos Héctor Santos de la Cruz, de 32; José Enrique Francisco Cabrera, de 26; Mario Francisco Millán, de 49 y Alfonso Francisco Cabrera, de 35. En la casa del hombre de más edad velaron a los nueve.
El señor Inés Morales Francisco, de 34 años y el niño Ángel Barrera Millán de 13 años, fueron velados aparte, en sus domicilios.
Los hermanos de guerrero
En 2008, Mario Francisco Millán, después de una mala temporada de siembra con poco de maíz para sobrevivir el resto del año, decidió probar suerte vendiendo trastos.
Sus amigos ni idea tienen cómo un comerciante de la colonia San Juan, en Chilpancingo, logró contactar a algunos hombres de Chautipan para que vendieran su mercancía: ollas de peltre, de aluminio y sartenes de acero, como los que se venden en las diferentes colonias de Matamoros, Tamaulipas.
Mario comenzó a vender en las ciudades de la sierra. Con el paso de los años se sumaron otros hombres de Chautipan y probaron fortuna en otros pueblos de otras zonas, entre ellos, las pequeñas ciudades de la Montaña baja, los que se convirtieron en sus mejores clientes.
En esos pueblos de la Montaña baja, nunca tuvieron ningún tipo de problema, explica la hermana de los comerciantes Marco Antonio, Pedro Israel y Javier Barrera Millán, que siguen reportados como desaparecidos:
“El dueño les daba los trastes, si una vaporera costaba dos mil pesos, ellos le aumentaban 200, que eran para ellos. No era mucho lo que recibían, pero les servía para completar el gasto de sus familias”.
Bien “Talones”
En tiempos de lluvias, los comerciantes ni salían a vender, por eso en los meses de junio a septiembre atendían sus milpas, un sistema agrícola tradicional cuya especie principal es el maíz, acompañado de frijol, calabazas, chiles, tomates, entre otras. Pasando el temporal, reanudaban sus ventas.
Salían los lunes esos comerciantes, regresaban los viernes. Descansaban los fines de semana y el lunes otra vez. Esta salida era la primera después de la temporada. De Chautipan se retiraron el 21 de octubre, a las siete de la mañana, rayando el sol: eran seis adultos y tres menores.
De acuerdo con las investigaciones, el primer lugar al que irían los comerciantes a vender, sería en El Epazote, una comunidad de origen nahua, de Chilapa, lo que contaron a sus familiares. Antes debían pasar por los trastes a la colonia San Juan:
“Como a las once de la mañana mi hermano se comunicó y me dijo que ya estaban en Chilpancingo, que ya habían pasado a traer los trastes y que ya se iban para El Epazote, que como a las cinco de la tarde se volvía a comunicar conmigo”.
Mario nunca se comunicó a las cinco, ni a las seis, ni a las siete, entonces su hermana le marcó al celular y el aparato la mandaba a buzón.
Esa tarde sin preocuparse porque sabía que en los pueblos en los que vendían, la señal era deficiente, pero al otro día tampoco supo nada de él y los otros hombres tampoco se comunicaban ni contestaban el celular.
El mismo 22 de octubre otro grupo de cuatro hombres salieron de Chautipan directo a El Epazote, a buscarlos. También perdieron contacto con ellos, como si se los hubiera tragado la tierra o tal vez sí.
El 27 de octubre, Flor Itulia y Clara Francisco Cabrera Sánchez, de 53 años, de 30 años y otros dos hombres más, también salieron a buscar, ahora a un total de 13 personas. El esposo y el padre de Clara eran dos de los desaparecidos.
Los testigos afirman que Flor y Clara iban comunicándose permanentemente mediante mensajes, además llevaban su ubicación activada, pero perdieron contacto con ellas cuando pasaron por Tlanicuilulco, la comunidad del municipio de Quechultenango, de donde son originarios los hermanos Celso, Jorge e Iván Ortega Jiménez, tres de los líderes de Los Ardillos, de acuerdo con un mapa criminal del gobierno estatal.
A esta familia pertenece el político perredista Bernardo Ortega Jiménez, que fue cuatro veces diputado local y dos veces alcalde de Quechultenango. Bernardo Ortega niega tener vínculos con sus hermanos criminales.
La comunidad El Epazote, a donde iban primero a vender su mercancía los comerciantes, es el pueblo originario de la actual alcaldesa de Chilapa, Mercedes Carballo Chino. La hermana de Mercedes, es la esposa del líder criminal principal de Los Ardillos.
El jueves 31 de octubre, las familias denunciaron ante la Fiscalía General del Estado (FGE) la desaparición de un total de 17 personas de Chautipan y la Fiscalía emitió 16 fichas de búsqueda. La del menor, Joel, no fue emitida y nadie sabe porqué.
El 4 de noviembre, la Fiscalía de Justicia del Estado, emitió un comunicado, ofreciendo una recompensa de un millón de pesos a quien diera información que ayudara a localizar a 16 personas desaparecidas, aunque los habitantes siempre insistieron que eran 17.
Lo macabro
Ese mismo día, los narcos que los capturaron, subieron un video en el que aparece Ángel, de 13 años de edad, descalzo y amarrado de las manos, asegurando que iban a las comunidades de Chilapa para vigilar a Los Ardillos por órdenes de Los Jaleacos.
La noche del 6 de noviembre, 16 días después de los primeros desaparecidos, una camioneta blanca con restos humanos fue abandonada sobre la carretera federal México-Acapulco, a la altura del hotel El Parador del Marqués, al sur de la ciudad, la parte que corresponde a la porción que controlan Los Ardillos.
Ponen a un niño para justificar la masacre
La cámara capta a un adolescente muy delgado, descalzo, amarrado de las manos, tratanto de controlar su miedo, sentado en el suelo y recargado en el tronco de un árbol.
Es Ángel, de 13 años, sin levantar la vista del piso. Ve sus pies. Trae puesto un pantalón de mezclilla y una playera gris y luego dice con voz firme, pero atropellada en el video que graban sus captores:
“Nos mandaron a checar territorio para acá, a informar de Los Ardillos, a tomarle foto a la gente, a sus casas, camionetas y cómo ha estado el gobierno”.
La aparición de un video con estas características, opera como un dispositivo que criminaliza y justifica atropellos y vejaciones, como un “se lo tenía merecido”.
Cuatro de los once enterrados el 9 de noviembre son niños. Ángel, Raymundo, Abraham y Diego. Sus asesinos los mataron sin piedad.
Un hombre de tez morena, derrama lágrimas frente a los ataúdes allí puestos, antes de ir al entierro y dice:
“Es un atropello. Fue un dolor muy grande para sus madres ver cómo les dejaron a sus hijos. La gente está deshecha y llena de miedo”.
Las personas insisten en que nunca habían enterrado a una persona cuya muerte fuera violenta:
“En nuestro panteón hay gente que murió por la edad, por enfermedades, nunca ningún asesinado”.
La mayoría de la gente en Chautipan pertenece a la religión pentecostal, Luz del Mundo y otra parte permaneció en la creencia católica.
Los pentecostales y de la Luz del Mundo nunca han ingerido bebidas embriagantes. Nueve de los 11 asesinados y enterrados eran feligreses de la creencia pentecostal.
La gente, sollozando recordó:
“Nos duele y no podemos creer lo que les hicieron a nuestros paisanos, cómo los mataron, porque estas personas que hoy vamos a enterrar, ni siquiera salían a la cancha a tomarse una cerveza. Toda su vida era trabajo”.
Evelyn, la gobernadora cantante
Los restos abandonados en la camioneta estaban en 30 bolsas negras. Revueltos. Para meterlos a los ataúdes, los juntaron en el Servicio Médico Forense (Semefo) y esa noche, la gobernadora de Guerrero, Evelyn Salgado, se echaba un “palomazo” a dueto con el cantante Jorge Coque Muñiz durante la inauguración del recinto turístico y cultural El Partenón en Zihuatanejo.
El Partenón fue del exjefe de la Policía de la Ciudad de México, Arturo El Negro Durazo, incautado por la exProcuraduría General de la República hoy Fiscalía.
A través de un video en redes sociales se puede apreciar a la mandataria guerrerense cantando Si nos dejan, acompañada también por la Orquesta Sinfónica de Acapulco (OFA):
Y ahí, juntitos los dos / Cerquita de Dios / Será lo que soñamos / Si nos dejan / Te llevo de la mano corazón y ahí nos vamos / Si nos dejan / De todo lo demás, los olvidamos
Por eso la morenista Evely Salgado, fue criticada en las redes sociales, por estar cantando muy romántica, mientras la violencia azota a los guerrerenses, los mensajes dijeron:
“Sabe cantar como gobierna, TERRIBLE”, “El estado de cabeza y la gobernadora se la pasa en la fiesta, además canta horrible, parece borracha”, “Disfruten lo votado” y “La gobernadora tiene sus prioridades”.
Hasta el momento la gobernadora poco se ha pronunciado al respecto; sin embargo, compartió en sus redes sociales un mensaje sobre el hallazgo de los 11 cuerpos, donde señaló, que instruyó a la Secretaría General de Gobierno del Estado para que proporcione acompañamiento cercano y permanente a los familiares.
Un hombre cubierto de la cara con un cubrebocas dijo en voz alta, allí frente a los ataúdes:
“Es una injusticia, Acá arriba y allá abajo, es algo más complejo que un tema de altitud. Allá abajo, es el punto cardinal donde abandonaron los cadáveres, es terreno minado para la gente que habita la sierra”.
Esa parte de Chilpancingo, que abarca la región hacia la Montaña baja y los pueblos de la zona conocida como El Circuito Azul (llamada así, por la presencia de manantiales de aguas templadas), está bajo el control político, económico y criminal del grupo conocido como Los Ardillos.
“Acá arriba, los pueblos tienen otros dueños. Son dueños de todo Los Ardillos, incluida la gente”, dice llorando una señora, mientras se cubre con el rebozo.
Al otro grupo los llaman Los Tlacos. La gente de los pueblos en algún momento se les opuso, pero fueron sometidos también de formas cruentas. Más recientemente, otro grupo conocido como Los Jaleacos, empieza a imponerse.
Los Jaleacos, son del pueblo de Jaleaca, otra comunidad serrana del municipio de Chilpancingo. Chautipan queda en medio de los dos extremos: de Jaleaca, es decir, de Los Jaleacos y de la cabecera, es decir, de Los Ardillos.
Para que se den una idea, 9 personas fueron veladas en una misma casa, en tanto el señor Inés Morales Francisco, de 34 años y el niño Ángel Barrera Millán de 13 años, fueron velados aparte, en sus domicilios.
Ángel es el niño que aparece en un video difundido en las redes sociales, en el que supuestamente confiesa que Los Jaleacos los mandaron a los terrenos de Los Ardillos.
Si Claudia viera el llanto de los menores
En la casa de Mario, una víctima hay varias niñas y niños con los ojos hinchados y enrojecidos por el llanto. Varios se quedaron huérfanos de mamá y papá. Es el caso de los tres hijos de Clara Francisco Cabrera, de 30 años y de Marco Antonio Barrera Millán, de 32.
La gente de Chautipan exige a las autoridades continuar la búsqueda porque todavía faltan seis hombres por aparecer: Marco Antonio Barrera Millán, Pedro Israel Barrera Millán, Javier Barrera Millán, Jaime Cayetano Tolentino, Leandro Giovani Francisco Sacristán, otro niño de 14 años y Joel, otro menor, de quien no se conocen sus apellidos.
El 11 de noviembre fue luto nacional en Chautipan, el entierro de 11 comerciantes fue a las 16:00 horas en el panteón de la comunidad.
Los 11 cadáveres fueron velados en un patio, los familiares formaron los ataúdes de las dos mujeres, los cuatro adolescentes y los cinco hombres.
Los pobladores volvieron a exigir a la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo y a la gobernadora Evelyn Salgado Pineda que sigan buscando a las otras seis personas, cinco hombres y un adolescente, que siguen desaparecidas.
El Ejército ahora llamado Defensa
Para buscar a las personas desaparecidas y localizarlas vivas, el 5 de noviembre, el general y comandante de la 35 Zona Militar, Jorge Pedro Nieto Sánchez, anunció en conferencia de prensa una operación conjunta entre Ejército y Guardia Nacional para dar con su paradero.
Sospechosamente convocó a una conferencia de prensa. Insólito en las coberturas periodísticas.
En las instalaciones militares, Nieto Sánchez indicó que 400 elementos de ambas corporaciones reforzarían la búsqueda de los desaparecidos y entrarían a buscarlos a los municipios de Mochitlán, Quechultenango y Chilapa, los tres con control de Los Ardillos.
Aseguró que para la búsqueda se pondrían a disposición helicópteros y medios tecnológicos para apoyar a las autoridades locales.
Al día siguiente aparecieron las 11 víctimas.
En medio de ese supuesto despliegue de elementos y recursos tecnológicos, abandonaron la camioneta con los cadáveres, ya en estado de descomposición, a dos cuadras de la Fiscalía.
Para hacerlo, quien conducía, forzosamente pasó por las instalaciones de la Guardia Nacional, ubicadas sobre la carretera federal México-Acapulco y un retén, instalado metros adelante.
La población de Chautipan denunció que esta declaración del comandante de la 35 Zona Militar fue una irresponsabilidad:
“Por eso nos entregaron en estas condiciones a nuestros seres queridos”.
La realidad es que, el avanzado estado de descomposición indica que tenían varios días asesinados. A ninguna madre, esposa, hijo o hija, la FGE informó la posible fecha de los asesinatos.
Un pueblo indefenso
“No nos quisieron decir nada, piensan que como somos de la sierra nos pueden ningunear”, se quejaron los familiares de las víctimas.
Denunciaron que nunca vieron ninguna operación para buscarlos:
“Dijeron que los buscaron con dos helicópteros, nosotros nunca vimos nada de eso, ni oímos ruidos de hélices. Les pedimos estar en las búsquedas y nunca nos reportaron cuándo las hicieron”.
Quien condujo la camioneta a la entrada de Chilpancingo pasó frente a la Guardia Nacional, aunque los restos de los cadáveres descompuestos, ya olían a metros, pero nadie lo sintió.
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