Hace 34 años, Sara Aldrete Villarreal, La Madrina, con su pareja Adolfo de Jesús Constanzo y cómplices Elio Hernández, Serafín Hernández, Sergio Martínez y David Serna, asesinaron a 15 personas y parte del corazón de Matamoros, desde entonces sus habitantes son considerados como violentos y Tamaulipas la cuna del narco, que todas las autoridades por su silencio, lo aceptan.

Los relatos de los asesinos generan una gran atracción entre los espectadores que quieren conocer lo que pasó por sus mentes, por eso HBO Max acaba de estrenar La Narcosatánica, un documental centrado en la matamorense Sara Aldrete.

En Matamoros todos recuerdan el caso, primero los periodistas, molestos, porque en su momento Juan Benítez Ayala, comandante de la Policía Judicial Federal (hoy Policía Federal Investigadora), el que aclaró el caso, dejó de buscar cadáveres enterrados clandestinamente, hallaron 15, pero eran más de 100 víctimas.

Luego, en los Jardines de Niños y escuelas primarias, en ese marzo y abril de 1989, se les prohibió asistir a clases, si lo hacían, debían ser protegidos por sus padres, cuando una voz femenina identificada como Sara Aldrete, La Madrina, dijo al teléfono de la FGR:

“Si en este momento no liberan a mis amigos David, Elio, Serafín y Sergio, mañana voy a secuestrar niños y los voy a sacrificar en nombre de Satanás”.

Esos niños de las más de 400 escuelas que había en ese momento, hoy son adultos y sin duda recuerdan ese momento de psicosis colectiva.

La Narcosatánica, narra la historia de Sara Aldrete. Fue detenida en mayo de 1989 en la ciudad de México cuando huía, la condenaron a más de 50 años de cárcel, acusada de 15 homicidios, incluyendo un niño de 12 años de edad en el Rancho Santa Elena y ejido Santa Apolonia.

Sara fue parte de la secta de Adolfo de Jesús Constanzo, El Padrino, de la religión de El Palo Mayombé, combinada con otras tantas y en su locura, lo que se le ocurriera, en la que todos sus cómplices participaron en crímenes, sin el influjo de drogas porque lo tenían prohibido.

Si desde 1989 caían en sus redes, todavía Sara Aldrete convence a periodistas, actores, empresarios que es inocente, por ejemplo a Rolando Fimbres, juez segundo de Distrito en Procesos Penales Federales con sede en Matamoros, le pidió cumplir los 19 años de condena que le faltan desde su casa, porque tiene más de 60 años de edad.

Borró Sara de su memoria, que enganchó a Elio Hernández Rivera; su sobrino Serafín Hernández García; Sergio Martínez Salinas; David Serna Valdez y Álvaro Darío de León Valdez, El Dubi, que junto con otros prófugos, formaron para Adolfo de Jesús Constanzo, El Padrino, La Banda de Los Narcosatánicos, que sembraron el terror en Tamaulipas y Texas en su momento.

Sara Aldrete, ahora escritora, autor del libro Me Dicen La Narcosatánica y que planea llevarla al teatro, pidió al Juez Federal, su excarcelación, que le permita usar una pulsera de localización y vigilancia policíaca, para hacer sus actividades artísticas en Televisa o TV Azteca o quien la contratara.

En marzo y abril de 1989, la entonces Policía Judicial Federal (ahora Policía Federal Investigadora) al mando de Juan Benítez Ayala, capturó en Matamoros a parte de la Banda de Los Narcosatánicos, por el homicidio de Mark Kilroy, un springbreakers, estudiante de la Universidad de Austin, Texas, al que vivo, le sacaron del cuerpo la columna vertebral valiéndose de ganchos de acero y cadenas, para hacer un amuleto de buena suerte, por órdenes de El Padrino.

Los jóvenes que hicieron escalofriantes relatos Elio, Serafín, Sergio y David, señalaron a Sara Aldrete, como La Madrina, que los enganchó manteniendo sexo oral y placeres inenarrables para torturar, despedazar, practicar el sadismo en honor a Satanás, incluyendo a un niño, junto con Adolfo de Jesús Constanzo, El Padrino.

Sin embargo Sara Aldrete y Adolfo de Jesús huyeron a la Ciudad de México con El Dubi, su guardaespaldas y luego de incesantes pesquisas de todas las corporaciones policíacas, el 6 de mayo de 1989, fueron detectados en un edificio de departamentos.

Luego de un intenso tiroteo con los federales, El Padrino ordenó a El Dubi que lo asesinara dentro del clóset con su novio Martín Quintana, en tanto Sara Aldrete, fue capturada, actualmente en el Penal Femenil de Tepepan en la alcaldía Xochimilco.

Los Narcosatánicos, de Sara Aldrete y Adolfo de Jesús Constanzo, es uno de los capítulos más sanguinarios en la historia delictiva mexicana, hasta se han hecho cuatro películas:

Borderland: Al otro lado de la frontera”, Perdita Durango, Los Narcosatánicos y la de Narcosatánicos diabólicos con Rafael Inclán, imagínese.

Los tres episodios de La Narcosatánica se estrenaron el 13 de julio en HBO Max en toda Latinoamérica y por el canal de HBO a partir del domingo 16 de julio con un episodio semanal a las 21:00 horas en México y el Caribe, a las 22:00 en Panamá, a las 23:30 en Chile y el lunes 17 de julio a las 23:00 en Brasil (para que dé más miedo).

Adicional, el 20 de julio podrán disfrutar del primer episodio en Discovery México.

Cuenta Sara a su modo, su historia, en Matamoros, Brownsville Ciudad de México, a través de HBO Max junto con las voces de los fiscales y periodistas involucrados en este caso, que marcó un antes y un después para la justicia mexicana, pero al menos en Matamoros, los vicios policíacos siguen igual.

A través de la recreación de los hechos, materiales de archivo y los testimonios de ex funcionarios, vecinos, testigos y la voz de la propia Sara Aldrete, la serie La Narcosatánica muestra los detalles más estremecedores de esta historia y plantea la duda:

¿Es Sara Aldrete un chivo expiatorio del sistema judicial mexicano o una de las peores criminales en la historia de México? Originalmente sería Brujo, sobre la vida de Adolfo de Jesús Constanzo, El Padrino, con Diego Boneta, sin embargo Sara tiene más morbo.

Pero los habitantes de Matamoros y Brownsville, Texas saben la verdad, todos Los Narcosatánicos como Sara Aldrete, conducían vehículos con la palabra HOT en su vidrio trasero, todos fueron rayados en el hombro en honor a Satanás.

En la casa de los sacrificios allá en el Rancho Santa Elena, de la que ni vestigios quedan, había un platito de los que se usan para comer pozole, repleto de balines, cada uno representaba un muerto dijeron los detenidos, pero que las autoridades mexicanas y de Brownsville, Texas, se llevaron como recuerdos del caso.