HBO Max produjo la docuserie La Narcosatánica, que se estrenó en su plataforma […]
HBO Max produjo la docuserie La Narcosatánica, que se estrenó en su plataforma el 13 de julio de 2023 en Latinoamérica, sobre la matamorense Sara María Aldrete Villarreal La Madrina y su intervención en 15 sacrificios humanos en 1989, quienes vieron la serie de tres apasionantes capítulos, seguramente recordarán la pequeña última parte, donde dice allí en el penal de Tepepan de la Ciudad de México:
“Solamente estoy esperando a que el juez me resuelva la petición de pasar los últimos años de cárcel de mi sentencia en mi casa, en prisión domiciliaria”…
Sentado en su amplio escritorio, Faustino Gutiérrez Pérez, juez segundo de distrito de procesos penales federales con sede en Matamoros, Tamaulipas, sonríe tímidamente y expresa:
“El juez, al que se refiere Sara Aldrete, soy yo… y le resolví que ¡no!, ella debe quedarse en prisión, no temo a los maleficios, pero como quiera, toco madera —vuelve a sonreír en tono de broma—.
El año pasado presentaron el primero de tres episodios en la sección Showcase de Series durante la 38 edición del Festival Internacional de Cine de Guadalajara, la directora Pat Martínez, la productora Ximena Urrutia y Claudia Fernández, gerente en jefe de desarrollo de contenido de no ficción para Warner Bros. Discovery.
Cuando ocurrió el multihomicidio, Los Narcosatánicos reconocieron que un platito hondo como en el que se come pozole, estaba rebozante de pequeños balines, representaba una vida, muchas de esas piezas fueron sustraídas como recuerdo por los policías de Brownsville, como Jorge Gavito, entonces teniente del Departamento del Alguacil del Condado de Cameron, Oran Neck, entonces jefe de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos y muchos de sus compañeros, los primeros en entrar a las instalaciones.
Eso facilitó al comandante en jefe de la Policía Judicial Federal, Juan Benítez Ayala, que llevaba el caso, al decir:
“Ya tenemos 15 cuerpos, que más da que sean 50, 100 o más, unos en el rancho Santa Elena, otros en Santa Apolonia, tenemos a los acusados confesos, incurren en homicidio calificado, delitos contra la salud en sus modalidades de posesión, transporte de mariguana y cocaína, además asociación delictuosa, acopio de armas de fuego y portación de arma sin licencia, así consignamos”.
Así, Sara, La Madrina, nacida el 6 de septiembre de 1964 en Matamoros, Tamaulipas, desde 1989 está en prisión, ahora sentenciada por homicidio calificado, inducida por su novio, el cubano-estadounidense Adolfo de Jesús Constanzo, líder y Padrino de la banda de Los Narcosatánicos, dedicada al tráfico de drogas y ocultismo distorsionado.
Allí, en el trabajo periodístico-documental, se ve a Sara en el reclusorio, incluyeron entrevistas a periodistas y especialistas. Incluso se ven recreaciones de los hechos, se muestran materiales de archivo y reportajes.
Israel Aldrete, padre de Sara, desde 1989 su vida ha sido un calvario, justo cuando era empleado en las Comisión Federal de Electricidad en Matamoros, acudió al Juzgado Federal por una diligencia eran días posteriores a la atrocidad, su oficina la cerró con llave.
Sus compañeros de trabajo para hacerle una broma, forzaron la puerta de su oficina con una copia de la llave, llevaron una gallina entre sus manos y justo allí la degollaron con un cuchillo, la sangre la esparcieron en su escritorio, manchando documentos oficiales y regaron el piso, para volver a cerrar.
Cuando llegó Israel, sus compañeros administrativos, apenas se aguantaban la risa, así que al abrir la puerta de la oficina, vio el regadero de sangre y grito fuera de sí ¡ayyyyy!
La broma pasó a lo medios de comunicación y desde entonces Israel guardó un pesado silencio, pocas veces conversa con los periodistas, de hecho los evita porque Sara, La Madrina, mientras purga su condena, la familia sufre en libertad.
Algunas veces Israel, rompe su silencio, habla porque a sus 79 años de edad, el corazón le oprime, seguro llora a diario arropado por su almohada, ocultando sus sollozos, pero siempre usa la condición:
“Por favor, no me tomen video, ni fotografías”.
Aunque las redes sociales acercan a las familias, aquí las cartas de puño y letra, se convierten en un tesoro de la comunicación, sin importar que llegue a su destino un mes después de escribirlas con mucho amor:
“Ella (Sara) marca por cobrar a casa de sus hermanas allá en Brownsville, Texas, pero cuesta más de 60 dólares por diez minutos, para nosotros es caro”.
Sucede que Israel tiene más de cuatro años sin ver a su hija Sara, La Madrina, porque la cambiaron de Reclusorio con el paso de los años.
Después de 15 años y seis meses en el Reclusorio Oriente, Sara fue trasladada al Centro Femenil de Readaptación Social de Santa Martha Acatitla, ubicado en la delegación Iztapalapa, que se convirtió en su hogar por siete años.
Cada seis meses por el amor de Israel a Sara, La Madrina, viajaba en autobús 17 horas sentado, para convivir con su hija durante siete horas que duraba la visita, aprovechaba para llevarle algunos artículos para sobrellevar la situación, comprados baratos y en oferta.
Llegaba en metro y camión a la cárcel, pero luego vivía otro infierno, cuando tenía que hacer cola por casi dos horas con el sol pegándole en la espalda o abrigarse bien por el frío, después otros dos filtros y luego la revisión, luego intercambiar identificación por un terjetón, cruzar el largo túnel, subir y bajar escaleras, hasta encontrarse con su Sara y estrecharla entre sus brazos.
La mamá de Sara está enferma, padece enfisema pulmonar. Sus males la orillaron a irse a vivir a Brownsville, Texas con sus otras dos hijas, así hasta olvidó cuánto tiempo lleva que ni ve a su hija, en tanto Israel, explica contrariado con su amor de padre:
“Ella, mi hijita esta presa sin ninguna culpa, porque mandó el recado para que la policía los encontrara, cuando la tenían secuestrada. Le pusieron delitos habidos y por haber. Toda la familia está sufriendo junto con ella esa condena”.
A punto del llanto dijo:
“Nosotros tenemos la esperanza en Dios y en Horacio (García Vallejo), su abogado, para que dejen a mi hija en libertad, él le esta ayudando mucho. Es cierto, no tenemos ni influencias, ni dinero”.
En febrero de 2011, Sara fue enviada al Centro de Reinserción Federal de Tepic, Nayarit; en agosto la mandaron a Mexicali, Baja California para posteriormente regresarla a Tepic, donde actualmente permanece.
Israel todavía entristece más cuando recuerda:
“Sara iba a cumplir 46 años, nos quedamos con la carne asada y el regalo para visitarla, en ese entonces estaba en Santa Martha Acatitla pero días antes, fue cambiada de reclusorio y luego a otro, y ya no la pude ver”.
Todo comenzó en la primera semana de abril de 1989, una revisión de rutina por parte de la Policía Judicial Federal obligó a David Serna Valdez, “La Mariposa”, a confesar que en el rancho Santa Elena, ubicado en el kilómetro 39 de la carretera Matamoros-Reynosa había una fosa clandestina con 13 cuerpos sacrificados por órdenes de su Padrino, Adolfo de Jesús Constanzo, los llevó, escarbó y los desenterró.
Entre las víctimas estaba el estudiante estadounidense Mark J. Kilroy, que desde marzo de ese año se le buscaba por su desaparición, allí en el rol de la avenida Álvaro Obregón en la colonia Jardín y por el que se había ofrecido una jugosa recompensa.
A partir de ese día, las familias de los involucrados quedó marcada al ser señalados como Narcosatánicos, además de ser discriminados a causa de los hechos en los que no estuvieron envueltos y por los cuales, sus familiares o vecinos han pagado la mitad de la sentencia.
Así fueron detenidos Elio Hernández Rivera, de entonces 23 años de edad, nacido en Brownsville y dueño del rancho Santa Elena donde sacrificaron a 13 personas y dos más, sepúltados en un paraje del ejido Santa Apolonia.
El resto de los detenidos fueron Serafín Hernández García, de 22 años de edad en su momento, David Serna Martínez, de 22 años, ambos de Matamoros con residencia en Texas; Sergio Martínez Salinas, de 23 años, de Weslaco, Texas y el velador del rancho, Domingo Reyes Bustamante, de 35 años de edad, de Querétaro, que ni idea tenía lo que hacían sus patrones, sin saber leer y escribir.
Todos ellos narraron al fiscal federal, que pertenecían a la banda de Los Narcosatánicos, enganchados por Sara Aldente, La Madrina, los convenció practicándoles el sexo oral, pero todos participaban en los asesinatos, pero que ninguno denunciara, porque todos irían a prisión, el peón Domingo Reyes, ni sabía de que se trataba.
Inculpados de los delitos por trafico de drogas, secuestro y asesinatos, la banda de Los Narcosatánicos están pagando su condena, cambiados del reclusorio de Matamoros al Penal de Ciudad Victoria, aunque muchos de ellos escaparon, antes que los federales dieran con su paradero.
Estos jóvenes detenidos, dijeron que mataron a Mark Kilroy, porque El Padrino, Adolfo de Jesús Constanzo, les pidió un anglosajón para elaborar un collar y así volverse invisibles ante la mirada de la policía para nunca ser detenidos.
Por eso a Kilroy, (como pudo haber sido otra persona anglosajona), vivo le atravesaron un cable de grueso acerado por la columna vertebral y luego jalaron hacia afuera para obtener los pequeños huesos cervicales. Una atrocidad.
Un mes después, el 6 de mayo de ese mismo año, en la Ciudad de México fueron ubicados Sara Aldrete Villarreal, La Madrina, Adolfo de Jesús Constanzo, El Padrino, Álvaro Darío de León Valdez, El Duby y Omar Francisco Orea Ochoa.
El Duby declaró que Adolfo de Jesús Constanzo, El Padrino y segundo en jerarquía, Martín Quintana Rodríguez, le ordenó que los matara dentro de un armario, posterior a una balacera en la colonia Cuauhtémoc.
Sara, La Madrina de Los Narcosatánicos hizo un pase mágico en el aire y borró los recuerdos de 15 sacrificados a Satanás, incluyendo a un niño de 10 años, primo de Elio Hernández Rivera que ni se tentó el alma y participó en el homicidio.
Confiaba Sara que el Juez Faustino Gutiérrez, le permitiera cumplir 15 años que le faltan por cumplir su sentencia (cuando hizo la petición por escrito eran 16).
Sucede que Sara, La Madrina, escribió un libro que luego se adaptó a una obra de teatro “Me Dicen La Narcosatánica” para presentarla, pidió al Juez Federal su excarcelación, que le permita usar una pulsera de localización y vigilancia policíaca, para hacer sus actividades artísticas en Televisa o TV Azteca o quien la contrate.
Los Narcosatánicos de Sara Aldrete y Adolfo de Jesús Constanzo, fue uno de los capítulos más sanguinarios en la historia de Matamoros, pero que cimbró al mundo por su sadismo, multi homicidio, drogas, magia, la religión de Palo Mayombé con ingredientes improvisados.
Inicialmente Sara Aldrete fue sentenciada a 647 años de prisión, luego apelaron y cambió a 62 años, pero en 1994, la pena fue rebajada a 50 años y desde entonces recluida, pidió una medida de seguridad no privativa de libertad, que le permitiera sustituir los años que le restan, por su condena de delitos contra la salud y 15 homicidios.
Sara Aldrete, La Madrina, se ha hecho de amigos, entre ellos el director de teatro, Luis Hersot, que hizo una adaptación libre de su libro para hacer el guión y dirigir la obra, pero que por la pandemia se retrasó.
Incluso La Madrina en su guión olvidó a Los Narcosatánicos recluidos en el penal de Ciudad Victoria, Tamaulipas, a 15 personas asesinadas y mutiladas, ni los policías federales como Juan Benítez Ayala, estatales y municipales que participaron en las pesquisas, hasta los periodistas de aquel entonces.