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“EL CACHO” EN LA CLÍNICA RAYA, SE ESCAPÓ DE QUE LO REMATARA EL CÁRTEL…

Paola Esmeralda Arizoca - 10 marzo, 2025

La Clínica Raya, de Ocampo dos y tres, era propiedad del doctor Alfonso […]

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La Clínica Raya, de Ocampo dos y tres, era propiedad del doctor Alfonso Raya Barragán, donde el 17 de mayo de 1984, la muerte, en figuras de hombres armados se apareció para rematar a Casimiro Espinosa Campos El Cacho hombre que había desafiado a don Juan N. Guerra y a todo su poderío gangsteril, dentro del naciente Cártel de Matamoros.

De esta manera hasta allí llegaron el temible Juan García Ábrego y sus pistoleros para rematar a El Cacho que previamente había quedado mal herido tras enfrentarse en duelo con el Profesor Óscar López Olivares, un casa cambista y pistolero, a fin al grupo de don Juan N. Guerra y sus aliados.

En la refriega de la clínica Raya, El Cacho se salvó, pero las ráfagas de ametralladora mataron a cinco personas inocentes, pues los sicarios entraron al nosocomio y empezaron a disparar cuarto por cuarto donde convalecían distintas personas enfermas, ajenas al objetivo que buscaban. En aquella infernal lluvia de balas, el cacho logró salvarse pues aun así, mal herido de muerte como estaba, al oír las detonaciones, pudo refugiarse debajo de su propia cama y así sobrevivir al segundo atentado evitando que lo remataran.

Sobre estos sangrientos hechos el propietario de la clínica, el médico Raya Barragán, habla de su mala suerte y de la pesadilla que ha vivido desde ese espantoso día:

“Emocionalmente nunca me voy a recuperar, es algo que deja una huella muy terrible, te puedo decir que es un trauma que muchas de las veces te despierta sobresaltado, es un miedo que siempre lo vas a guardar, es una vivencia de horror…”

Después de este brutal episodio el médico se vio afectado también económicamente porque su clientela bajó, y tuvo incluso que cambiarle el nombre a la clínica y pasarla a otro sitio…

Profesionalmente es algo de lo cual él no se arrepintió, porque su nobleza y probidad profesional fueron de tal grado que siempre atendió desde un cura, hasta un ministro; a un niño, o a un vecino. De la misma manera, que esta vez, lo había hecho a favor de un narcotraficante, del calibre de Casimiro Espinosa Campos, El Cacho porque su profesión siempre fue salvar vidas.

A trece años de la encarnizada balacera, en la edición impresa de Revista Vertical, número 101, fechada en Octubre 6 de 1997, el doctor Raya Barragán, habló de su amistad con El Cacho y nos dice:

“Yo conocí parte de su vida, porque era mi vecino, mi clínica estaba en frente de su casa. En 1979, fue que lo conocí… todo médico que conociera a El Cacho le iba a brindar el servicio, yo creo que todos, porque en aquel entonces nunca nadie iba a imaginarse lo que sucedería”.

Egresado de Ia Escuela Superior de Medicina del Instituto Politécnico Nacional, en México, donde hizo la carrera de médico cirujano partero y posteriormente obtuvo una especialidad de médico internista, el doctor Raya, como le dicen sus amigos, se muestra sereno, vestido de pantalón blanco, con zapatos negros y camisa gris con rayitas blancas.

Sentado sobre una cama de hospital luce su cabellera que se ha empezado a cubrir de canas, se ve un poco descuidado. Al momento de la entrevista el cirujano andaba sin rasurar. Raya Barragán, manifiesta:

“En aquella época era yo un profesionista, que tenía la confianza de toda la población, con lo sucedido creció la desconfianza de la gente, desgraciadamente la prensa mal intencionada acabó con mi imagen, se dijeron muchas mentiras, se dijo que yo era parte de delincuentes, que era un narcotraficante y que la clínica era propiedad de Casimiro Espinosa Campos”.

Por la magnitud de los hechos, los medios trataron de desvirtuar la labor profesional del galeno y profesionalmente acabaron con él, pues en aquella época era subdirector del ISSSTE en Matamoros y de esa forma querían acabarlo sus enemigos políticos. Precisamente cuando sobrevino la ola mediática en su contra, él era un fuerte candidato para ocupar la Dirección de esa institución…

El doctor Raya se acomoda el reloj, que trae colocado en la muñeca del brazo derecho, pues al parecer es zurdo, su tono de voz es suave, su estatura es regular; la charla se realiza en un marco de extrema tranquilidad.

Cuándo el doctor Alfonso Raya Barragán, le tocó atender a El Cacho , él era uno de los cinco internistas que había en Matamoros y estaba calificado como el mejor, pero además no había manera de qué se negara, pues el mismo pistolero, muy peligroso y temido, le pidió moribundo que fuera él quien lo atendiera, no quería a nadie más a su lado, pues tenía desconfianza de qué le hicieran daño.

Con firmeza Raya Barragán, expresa:

“Es obvio que cuando alguien se encuentra herido de muerte, no va a buscar a los médicos o a las clínicas que tengan mala fama, van a buscar a los mejores, para eso fue que pidieron que fuera yo el que atendiera a El Cacho… en ese momento yo tenía llena la clínica, no había lugar, desgraciadamente uno de los pacientes que allí estaba, dijo que el se salía y que le dejaba a su amigo el lugar para que lo atendiera, pues ya no había motivo para yo decirles que no había lugar.. en primer término lo que El Cacho buscaba era protección, pues si en frente de su casa estaba una clínica, el quería estar cerca donde se sintiera más seguro y en segundo lugar él quería estar en manos de un profesional de la medicina, al cual le tuviera confianza”.

La noticia de que un comando armado intentó rematar al narcotraficante Casimiro Espinosa Campos, El Cacho fue internacional y de primera plana, por lo que ante esta situación, para el médico Raya Barragán, hasta su vida privada cambió, sin embargo, al paso de los años se ha ido recuperando de ese golpe, porque el tiempo es la mejor medicina de todos los males…

Desde luego, para ir recuperando su prestigio, tuvo que dar la cara ante los diferentes medios nacionales e internacionales a fin de que se conociera que él lo tenía nada que ver con el tráfico de estupefacientes, que solo era un profesionista dedicado a su trabajo y a sus pacientes.

El doctor Raya, en esos días, de la tragedia, se sentía realmente atemorizado, temía que lo eliminaran los enemigos de El Cacho, pues además, se había propalado el rumor en toda la ciudad, qué todo ese sector donde se encontraba la clínica y la casa de El Cacho iban a hacer dinamitados.

Ante el temor de qué esto ocurriera, el mismo doctor Raya recomendó a la familia que trasladaran al cacho a otro lugar ya fuera a Brownsville o a Harlingen Texas, pero como el narcotraficante tenía cuentas pendientes con la ley en Estados Unidos, optaron por llevarlo a Monterrey, en una avioneta que les prestó su compadre Ramiro Betancourt, El Malia Siete de Oros, objetivo que se cumplió sin contratiempos, donde horas más tarde, irremediablemente, falleció.

Siendo este el final de El Cacho y también la primera vez que se suscitaba un intento de remate en un hospital de Matamoros a un narcotraficante, donde los sicarios con poca pericia, fallaron dos veces: al tratar de matarlo y luego al tratar rematarlo ya hospitalizado.

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