Director General: Julio Alberto Rubio Pérez

DESTRUYERON ESCUDOS QUE USARON EN EL PENAL DE MATAMOROS DONDE ASESINARON A 18 NARCO-REOS…

Oscar TreviñoJr. - 22 julio, 2023

Con la autorización del Alcalde Mario Alberto López, La Borrega, destruyeron equipo táctico en desuso de la Secretaría de Seguridad Pública, patrimonio histórico de Matamoros, como los escudos protectores que tantas veces usaron los policías preventivos, en aquellos famosos motines en el Cereso 1, entre el Zar de la Cocaína, Oliverio Chávez Araujo, Juan García Abrego, jefe de la mafia y La Banda de la Charola-Judicial Federal.

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Con la autorización del Alcalde Mario Alberto López, La Borrega, destruyeron equipo táctico en desuso de la Secretaría de Seguridad Pública, patrimonio histórico de Matamoros, como los escudos protectores que tantas veces usaron los policías preventivos, en aquellos famosos motines en el Cereso 1, entre el Zar de la Cocaína, Oliverio Chávez Araujo, Juan García Abrego, jefe de la mafia y La Banda de la Charola-Judicial Federal.

Carlos Ballesteros Galvez, secretrario del Ayuntamiento procedió a la destrucción del patrimonio municipal, con la Contralora, Raquel González Martínez, así como también por el secretario de Seguridad Pública, Jorge Orizaga Castañeda.

En presencia de autoridades militares, de integrantes del Republicano Ayuntamiento y de funcionarios municipales, borraron de la memoria de Matamoros evidencia histórica por acta de sesión de Cabildo del 3 de marzo, que parte del equipo debió ser embodegado para luego exhibirse.

El equipo destruido el 21 de julio como chalecos antibalas, toletes, esposas, macanas, fundas, fornituras, radios portátiles, los famosos escudos y cascos, en total un mil 400 artículos de equipo táctico, entre los que destacan 300 chalecos antibalas y 400 paneles balísticos, así como equipos de radio comunicación.

De los años 80’s y 90’s, allí en el Penal 1 (ahora se ubican los nuevos juzgados penales), Oliverio El Zar de la Droga dijo una máxima refiriéndose a la entonces Policía Judicial Federal, allí en su celda, su lujoso escondite:

“Yo he podido abrirme camino entre todas las mafias, pero contra la banda de La Charola no puedo -sonreía burlonamente, sin dejar de acaricear los cientos de diamantes, perlas, rubíes y demás piedras preciosas, que adornaban su cinturón piel de pitón.

Oliverio Chávez, fue uno de los personajes centrales en la matanza del penal de Matamoros, en la que participó Melissa Castro huésped distinguida de Matamoros en las Fiestas Mexicanas, la que puso a su pareja Raúl Stevens para que lo mataran a balazos a traición por la gente de Juan García.
Paro así como nada le hicieron a Melissa, las autoridades tampoco intervinieron para prevenir la matanza en el reclusorio, solo fingieron hacerlo, como en nuestros tiempos.

En ese momento en Brownsville, Texas, las autoridades policíacas hablaron de la abierta complicidad de los directores penitenciarios de Matamoros con los narcotraficantes presos y acusaron a La Banda de la Charola-Judicial Federal de estar a las órdenes de Juan García Abrego, en la guerra por el control de Matamoros.

En Seguridad Púbica a cargo de Cecilio Montalvo (qepd), compraron cascos y escudos, los que justamente acaban de destruir, para protección de los policías preventivos, cuando tuvieran que hacer incursiones en el penal.

En el Cereso 1, se introducían armas de alto poder, denunció en la Cámara legislativa, David Ramírez Márquez (qepd), entonces diputado federal del Partido de la Revolución Mexicana (PARM) por Matamoros, la grave situación penitenciaria.

El 27 de abril de 1991, la Policía Judicial Federal (hoy Investigadores) intentó un cateo que se frustró por un homicidio ante la vista de mínimo 100 personas. De un tiro en la cabeza falleció el agente José Merino, ni los escudos metieron, todos quedaron en shock.

El jefe de la judicial Federal, José Gabriel Andrino Hernández aclaró de inmediato, que murió Merino, por un error de su compañero que se le disparó el arma de cargo. Ni se investigó, ni se supo quién fue el responsable, ni se cateó el reclusorio como inicialmente era el plan.

El 29 de abril, el periódico El Bravo, publicó que Oliverio Chávez tenía en el Penal 1, ametralladoras, granadas de mano, doce teléfonos celulares y un equipo moderno de radiocomunicación, así que los escudos y cascos, fueron sacados de sus vitrinas para limpiarlos.

El 14 de mayo, el cabildo de Matamoros solicitó por escrito la despistolización del penal, sin obtener respuesta.

Tres días después, el 17, ocurrió la matanza: cuatro muertos por arma de fuego, 14 muertos por arma blanca, 18 en total y cuatro heridos graves porque hubo más de 70. Allí fue cuando fueron los policías preventivos por los escudos protectores y sus cascos.

De hecho los escudos estaban en sus vitrinas en la dirección de Seguridad Pública pero sin jefes, curiosamente todos estaban en Ciudad Victoria y Brownsville, los policías tuvieron que romper los vidrios de las vitrinas, sacar el equipo protector y para cuando llegaron al reclusorio nada pudieron hacer.

Ese 17 de mayo, a las 17:15 horas, Oliverio Chávez caminaba con su guarda espaldas Alejandro Alfaro Lara en compañía del subdirector del penal, Reynaldo Salinas Pérez, cuando el reo Germán Yépez le disparó a l cara para magtarlo, pero la bala se le alojó en el máxilar.

La gente de su banda, contratacó a la de Juan García Abrego, comandada en el reclusorio por Elías García García y se iniciaron los disturbios.

Allí murieron Sergio El Güero Balboa, Elías García, Rigoberto El Colombiano Burgos, Martín El Pulpo Lucero, Carlos Orduña, el fotográfo, Noé El Conejo Alanís Govea, Félix González, Sebastián de los Reyes, Germán Yépez, Juan Olvera, Nicolás El Oso Lamas, Martín Barrales, Alejandro El Escapis Flores, Rogaciano González, Juan Carlos Barragán, Pedro Gómez, Rafael Ledezma carrasco, El Rafita y Eduardo Treviño Chávez, El Ravizé.

Los Narcosatánicos en su celda, ni ruido hicieron, ni participaron, los 4 tomados de la manos en su celda, de pie, permanecieron con la cabeza gacha, tal vez rezando, pero nadie los tocó, tal vez, porque les tenían miedo.

Justo de 1983 a 1986 se desarrolló la competencia mortal entre Oliverio Chávez y Juan García Abrego por el tráfico de drogas, teniendo como abastecedores al Cartel de Cali y al Cartel de Colombia, rivales.

En 1984 se dio el primer enfrentamiento entre narcotraficantes Casimiro Campos Espinosa, El Cacho, fue herido a balazos y llevado a la clínica Raya donde el 17 de mayo, fue atacado de nuevo salvando la vida, pero asesinaron a seis personas, siendo que en aquel entonces ni había escudos ni cascos protectores.

El Cacho murió poco después en Monterrey. Las averiguaciones previas del entonces fiscal Jorge Valdés Zayas (luego fue ascendido a magistrado)— nunca dieron resultados.

Al consolidarse en Matamoros el imperio de Juan García Abrego en 1989, recibió una serie de golpes, primeramente, su banda de Los Narcosatánicos fue destruida, resintiendo todo el ambiente artístico de nuestro país, porque eran clientes, recibieron muchas limpias para el éxito.

En abril fueron detenidos algunos integrantes de su banda, poco después cayó Carlos Aguilar Garza, que fue supervisor en la zona de Chihuahua de la desaparecida Dirección Federal de Seguridad, capturado en Harlingen, Texas, con un cargamento de cuatro toneladas de cocaína, Aguilar estaba ligado con Oliverio Chávez y la cocaína, según la policía texana, era de su propiedad.

Elías García, El Profesor, que fue el centro de la matanza del Cereso, donde la policía, armados con escudos y cascos jamás pudieron llegar para evitarlo, había sido contador de Juan García Abrego, cuya banda quedó al garete cuando huyó del país.

Para ese entonces, Oliverio Chávez Araujo había regresado a Tamaulipas, reinició sus incursiones y su lucha por el control de las drogas, fue cuando comenzó a sobornar a directores, supervisores, maestros de escuelas de todos los niveles, siguió con funcionarios municipales, estatales y federales, hay pruebas, porque les hacía firmar oficios por su ayuda bastante generosa, incluso hasta sellos tenían los documentos.

Oliverio Chávez, fue reaprehendido el 29 de septiembre de 1989 por el entonce comandante Joaquín Salvador Galván de la PGR (hoy FGR), que lo reconoció en el aeropuerto de la ciudad de México y fue devuelto al Cereso, donde ya estaba Elías García.

Desde allí Oliverio Chávez, empezó a dirigir su guerra exterior por el control del narcotráfico en Matamoros y Texas. Se multiplicaron los episodios violentos dentro y fuera del penal.

A finales de ese año, se le acusó de mandar matar a su esposa, Martha Palacios Rodríguez, porque le disputaba desde afuera el mando de las operaciones con drogas, poco antes habían sido detenidos ocho miembros de su banda, incluidos dos colombianos, con un cargamento de cocaína y 40 millones de dólares.

Con las ganancias de la venta de drogas, Oliverio Chávez alimentaba a los mil 500 reclusos del Cereso —una cárcel diseñada para 250 internos, hasta los de Juan García alcanzaban—, mandó hacer obras de infraestructura en el penal, rehabilitó pagando a la JAD el sistema sanitario, hasta la fecha ni tienen problemas en ese barrio, toda la instalación eléctrica, equipo con transformadores y estación de luz.

Las autoridades del penal en Matamoros y Tamaulipas, habían permitido el autogobierno de los reclusos que, desde ese momento, manejaban los controles eléctricos. Unos 700 internos, por lo menos, apoyaban las acciones y procedimientos de Oliverio Chávez, entre 70 y 80 reos eran sus incondicionales.

En el reclusorio, Oliverio Chávez conoció al salvadoreño Alejandro Alfaro Lara, encarcelado por homicidio y lo hizo su lugarteniente, Alfaro salió pronto de la cárcel.

El juez primero de lo penal, Manuel Ceballos Jiménez, declaró la legítima defensa de Alfaro y lo liberó, poco después de su salida, atentaron contra su vida pero la libró, por su condición física, fue selecciónado de su país en basquet bol.

Alfaro duró poco en libertad, regresó a la cárcel en agosto de 1990, detenido con armamento pesado, durante la investigación de un cargamento de cocaína procedente de Colombia, que la PGR adjudicó a Oliverio Chávez y al colombiano, Enrique López Ocampo.

Nunca pudieron interrogar a López Ocampo. Amaneció muerto en el penal 1 el 30 de agosto de es de 1991 y ese mismo día apareció muerto Porfirio Chávez Araujo, el hermano de Oliverio, en el ejido La Luz, Alfaro, aseguró que lo había visto en manos de la Policía Judicial Federal, La banda de La Charola, por eso los acusaba abiertamente y decía que eran otra mafia.

Durante ese 1991, aumentaron los crímenes entre la banda de Oliverio Chávez y la banda de García Abrego. En la mayoría de los crimenes se dio testimonio de la intervención de agentes de la Policía Judicial Federal.

Antes, en noviembre de 1990, fue tiroteado dentro del Cereso El Narcosatánico Fernando Gudiño, era como su mayordomo dentro de prisión, sobrevivió y declaró que lo atacaron por órdenes de Oliverio.

Luego apareció muerto el exjudicial Mario Camacho Luna, que trabajaba para Oliverio Chávez. Días después apareció tiroteado Daniel Mora Cantú, del bando de Juan García Abrego.

El 8 de mayo apareció muerto Jesús Ávalos Fabián, exagente de la Dirección Federal de Seguridad, gente de Juan García Abrego, a quien Chávez había despojado del mando del Cereso en junio de 1991, como resultado de unas elecciones internas que lo enviaron al hospital.

Al día siguiente fue secuestrado Jaime Sánchez Venegas, hombre de Oliverio Chávez, por personas que se identificaron como agentes de la Judicial Federal y poco después apareció muerto.

El mismo día del secuestro, fueron puestos en libertad el colombiano William Botero Maya y su esposa Judith María Pontón que fueron secuestrados cinco días después los dos y su abogada, Dolores Mendoza, aparecieron muertos en el río Bravo, del lado estadunidense.

Un día antes fue asesinado, en pleno bulevar internacional de Brownsville, Gerardo Luis Quintanilla y herido Narciso Eduardo Venegas.

El 17 de mayo, dentro del Cereso, le tocó su turno al mismo Oliverio Chávez y se generó la violenta respuesta de su gente, que puso al descubierto la pasividad de las autoridades judiciales y penitenciarias ante el imperio construido por El Zar de las Drogas desde el interior de la prisión.

Siguió la guerra, El 18 de mayo desapareció uno de los abogados de Oliverio Chávez, Francisco de Jesús Camacho Herrera, cuyo cadáver ya descompuesto fue encontrado tres días después, Camacho Herrera era hijo de Francisco Camacho Gutiérrez, procurador de Justicia en Jalisco durante la gubernatura de Enrique Alvarez del Castillo.

Silvio Brussolo Torres, subdirector de la Judicial de Tamaulipas dijo: “Hay una guerra y habrá más muertos, Es igual que la guerra de las drogas en Miami, los colombianos enfrentaron a los cubanos ya establecidos y lo resolvieron a balazos en las calles”.

Y siguió:

“Aquí, los traficantes de Matamoros, traficaban con mariguana y cuando el tráfico de coca llegó desde Miami, presentaron resistencia a los recién llegados”.

La violencia generada por esta guerra puso al descubierto la complicidad o, por lo menos, la pasividad de las distintas autoridades. Organismos empresariales y partidos políticos demandaron una investigación a fondo.

Algunos pidieron abiertamente el cese y el castigo de las autoridades involucradas, pero nada sucedió, como hasta ahora.

Emilio Sandoval Delgado, el subdelegado de averiguaciones previas de la PGR: “Esta dependencia no tiene conocimiento oficial de los hechos; el procedimiento establece que no podemos intervenir hasta que las autoridades locales deslinden responsabilidades y pongan a nuestra disposición, si procede, armas y personas”.

El entonces Secretario General de Gobierno, Aníbal Pérez Vargas solicitó una audiencia con Oliverio Chávez en nombre del gobernador pero se la negó, diciéndole que mejor explicara cuánto recibía mensualmente de su mano.

El 22 de mayo de ese 1991, en conferencia de prensa, el entonces Gobernador de Tamaulipas, Américo Villarreal Guerra (padre del actual Américo Villarreal Anaya), informó que se negociaria el traslado de Oliverio Chávez a otro penal.

Los escudos ahora destruidos, siempre estuvieron en la vitrina de Seguidad Pública, incluso hace 32 años George Gavito, fiscal de distrito asignado a la DEA (investigó el caso de Los Narcosatánicos), acusó abiertamente a la entonces Policía Judicial Federal de obedecer órdenes:

“Oliverio Chávez dice que el pleito es entre La Banda de la Charola y él, pero ¿quién maneja a los federales? Yo creo que Juan García Abrego, le está diciendo a los Federales lo que tiene que hacer”.

Días después en el Cereso se llegó la calma, los escudos y los cascos estuvieron en Seguridad Pública, ubicada en avenida Pedro Cárdenas (allí solo quedó el escudo de la Policía Preventiv), luego a la nueva, localizada en la Marte R. Gómez y allí fueron destruidas sin que los nuevos funcionarios conocieran la historia que narramos.

Por eso cuando las autoridades municipales y militares, se tomaron la fotografía del recuerdo, en la ceremonia de destrucción del equipo táctico en desuso, hicieron su mejor cara, símbolo de la hermandad entre narcos y autoridades.

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