La boda entre adolescentes, celebrada el lunes 05 de mayo en la comunidad […]
La boda entre adolescentes, celebrada el lunes 05 de mayo en la comunidad de San Pedro Cuitlapa, municipio de Tlacoachistlahuaca, causó revuelo en redes sociales, tras difundirse imágenes y videos del evento en donde se ve a la pareja vestida de gala y cubierta con billetes por parte de los invitados, en una fiesta típica de la región que evidenció la persistencia de un fenómeno que muchas veces se intenta ocultar.
El fotógrafo Willy Paz, quien compartió las imágenes en Facebook, aclaró que la pareja tiene 16 y 17 años, y aseguró que el matrimonio fue voluntario, luego de que internautas acusaran un posible caso de matrimonio forzado. En su publicación, Paz pidió respeto a la privacidad de los jóvenes, solicitó eliminar las imágenes difundidas y recalcó que la boda fue acordada por ambas partes, sin imposiciones externas, aunque la controversia ya se había desatado.
En febrero se conoció otro caso similar en la comunidad de Huamuchitos, municipio de Acapulco, donde dos adolescentes de alrededor de 15 años fueron unidos en matrimonio por acuerdo entre familias. El Centro de Derechos Humanos de la Montaña, Tlachinollan, ha documentado más de 50 casos de este tipo, y señala que la práctica persiste entre pueblos amuzgos, mixtecos y afromexicanos de la Montaña y la Costa Chica, donde la pobreza, el abandono institucional y los usos y costumbres permiten que el dote, el pago por una niña, siga ocurriendo como parte de la vida comunitaria.
En noviembre de 2021, la gobernadora Evelyn Salgado presentó un plan regional para prevenir la violencia contra mujeres y niñas, acompañado por autoridades municipales y organismos internacionales, sin integrar a organizaciones civiles como Tlachinollan ni a las víctimas de estas prácticas. En 2022 se reformó el Código Civil estatal para establecer como edad mínima para contraer matrimonio los 18 años, y en abril pasado se aprobaron penas de hasta 15 años de prisión para quienes promuevan uniones forzadas, aunque en las comunidades más alejadas la ley no llega, y las bodas entre menores siguen celebrándose entre música, dinero y silencio.