Hugo Villalobos Romo, de 64 años, de la religión Yoruba, cree que los […]
Hugo Villalobos Romo, de 64 años, de la religión Yoruba, cree que los humanos en el mundo, están conectados entre sí, sin importar algunos aspectos como su apariencia o religión, por eso enseñaba a su discípulo Josmar Amilkar Caballero Gutiérrez, de 18 años, a empaquetar 200 kilos de mariguana, cuando en un cateo los sorprendieron elementos de la Fiscalía General de Justicia (FGJ), la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) y la Guardia Nacional.
Aún así, Hugo levantó su mano derecha, entre cerró sus ojos negros negros, hizo unos pases mágicos en el aire, sonrió y mientras extendía la palma de su mano derecha dijo:
“Hermanos, esto lo van a pagar muy caro”.
Ahora los policías de la Ciudad de México, andan buscando otro Yoruba, Santero o un sacerdote de ritos africanos, para que los libere de la mala suerte.
Dentro de la Santería, justo en la religión Yoruba existen los Orishas (también Oricha y Orishá), que son seres sobrenaturales normalmente considerados como deidades en las que se adentró Hugo Villalobos.
Lo que estudió Hugo, expone que aunque son manifestaciones o personificaciones del ser supremo Olodumare (también Olodumare-Oloorun u Olofin). Los Orishas existen para ayudar a los humanos a alcanzar el objetivo de la autorrealización, pero estas entidades no son perfectas.
Se dice que existen 400+1, como una forma de interpretar que son innumerables. Sin embargo, existen siete principales: Eleggua, Obatalá, Changó, Oggún, Orunlá, Yemayá, y Ochún. El creyente Hugo y practicante de esta religión sostiene que dentro de este grupo de Orishas, están todos los aspectos de la vida humana, por ejemplo:
“Yemayá. Esta divinidad es considerada como la diosa madre y habita en las profundidades del mar, pues el agua es considerada como la fuente de la vida. Se cree que la fe en los Orishas se desarrolló en torno a 500 y 300 a.C., pero probablemente es mucho más antigua”.
De acuerdo con los trabajos de investigación el 21 de mayo, se tuvo conocimiento que, en un domicilio ubicado en la calle Labradores, de la colonia Morelos, allá en la Ciudad de México, era utilizado para el almacenamiento de droga.
Otorgó esa manera, un juez de control la orden de cateo para intervenir en el predio por lo que se implementó un despliegue operativo relapagueante.
En el inmueble, fueron halladas seis bolsas grandes de color negro y una de color rojo, todas de plástico, tamaño grande que contenían una hierba verde y seca con las características propias de la mariguana en su presentación a granel, con un peso aproximado de 200 kilogramos.
En la misma calle de Labradores esquina con la avenida Carpintería, los uniformados observaron a Hugo y a Amilkar que manipulaban un paquete de plástico en forma ovalada, por lo que se aproximaron y les requirieron una revisión preventiva.
Todo esto en apego al protocolo de actuación policial, tras la cual les aseguraron dos armas de fuego cortas que traían en la cintura, en su radio de acción una arma de fuego tipo fusil, 55 cartuchos útiles de diferentes calibres y un bulto envuelto en plástico y cinta transparente, que contenía una hierba verde similar a la mariguana.
Los detenidos Hugo y Amilkar, que ya había hecho los pases mágicos en el aire, junto con otros yorubas pudieron continuar practicando su religión, haciéndose pasar por católicos solo de nombre, pues los santos servían para el mismo propósito como los Orishas en su fe original, a forma de intermediarios.
Las ceremonias religiosas de los yoruba están compuestas por oraciones, sacrificio de animales, música, danza, ropa e incluso rasurar la cabeza. También, hacen rituales en donde utilizan máscaras, pero está vez las guardaron, para empaquetar la mariguana.
Pero los policías que respertan las cábalas, una vez que dieron su informe y anduvieron en las calles, decidieron buscar a alguien que les diera una barrida, porque qué tal si las mordidas empiezan a escasear.