Los recién casados Yadira Garza y Joel González, ambos de Monterrey, Nuevo León, […]
Los recién casados Yadira Garza y Joel González, ambos de Monterrey, Nuevo León, están encerrados a bordo del crucero Holland America, el Zaandam, con cuatro muertos y 150 navegantes enfermos de Covid-19, que por ahora tienen prohibido atracar en algún puerto.
A principios de marzo, Yadira y Joel, se juraron en la iglesia ante Dios, amarse hasta que la muerte los separe. Hoy, detrás de la puerta de su camarote, en su luna de miel, los espera el Covid-19.
Con anticipación, los desposados tenían comprados sus boletos, viajaron en avión desde el aeropuerto Mariano Escobedo a Buenos Aires, Argentina, el 7 de marzo tomaron el crucero, junto con mil 829 personas, entre pasajeros y tripulación, allí iba otra pareja mexicana de la tercera edad, paseo que terminaría en San Antonio, Chile el día 21.
La situación cambió cuando, desde la localidad chilena de Punta Arenas donde vieron a los pingüinos, regresaron a Argentina para atracar en Ushuaia. El capitán les notificó entonces que se habían cerrado las fronteras, pero en la travesía 30 pasajeros y 47 tripulantes enfermaron, dos de ellos según las pruebas murieron de coronavirus y otros dos de influenza pero tampoco se descarta el posible Covid-19.
Para tratar de ayudar, la tripulación del barco Rotterdam rescató pasajeros sanos cerca del canal de Panamá, pero en ese momento Joel tenía fiebre, por eso junto con su esposa Yadira, los médicos les dijeron que tenían que quedarse. El Zaandam, actualmente se encuentra en cuarentena en altamar desde el 22 de marzo hasta nuevo aviso, debido al anuncio de los primeros infectados, pero el gobernador de Florida ya negó la ayuda y el puerto, aunque según Orlando Ashford, presidente de la línea de cruceros, la opción B es llegar a Puerto Vallarta.
En una llamada desde su camarote Yadira expresó a Reuters conteniendo el llanto: “Solo estamos tratando de llegar a casa y necesitamos una mano para hacerlo. Quiero decir que no podemos quedarnos en el océano para siempre”. En tanto Joel, agrega: “Tenemos mucho miedo porque no sabemos si tenemos COVID, estamos en el mismo bote donde están las personas con COVID en este caso. Estamos todos juntos, uno al lado del otro. Tuve fiebre por un día. He estado pidiendo un examen, pero me respondieron que no estoy gravemente enfermo”.
Los recién casados, tienen una semana encerrados, no han podido salir a cubierta a respirar aire fresco y se paniquean, cuando reciben un objeto que les dejan en el piso tras la puerta, como comida o toallas: “Estamos teniendo muchas precauciones, lavamos las botellas de agua que nos traen, seis litros diarios. Estamos lavando todo con champú, es lo último que nos queda”, dijo Yadira. Para remediar el aburrimiento y la claustrofobia, juegan a las cartas, ven televisión y en un intento desesperado porque alguien se compadezca de todos, expose la recién casada: “No estamos tratando de infectar a nadie. No estamos tratando de quitarte nada. No importa de dónde venimos. Somos todas personas. Somos todos miembros del mundo. ¿Por qué no deberíamos tener asistencia médica o alimentos o el derecho a volver a casa? No es humano”.