Dentro de un carro Vento abandonado, la Guardia Nacional encontró nueve cadáveres amontonados […]
Dentro de un carro Vento abandonado, la Guardia Nacional encontró nueve cadáveres amontonados y mutilados en San José Mihuatlán, en los límites de Puebla y Oaxaca. El país está horrorizado, por eso Donald Trump, presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, asegura que el narco está en el corazón de México y que hay que arrancarlo de raíz.
En los asientos del auto se hallaban amontonados la mayor parte de los cuerpos, pero a su lado, los sicarios y presuntos policías, dejaron una bolsa negra que contenía las manos cercenadas de ocho víctimas; en la cajuela del auto aparecieron dos cuerpos más, así como otro par de manos: Esto es terrorismo.
Las víctimas tenían huellas de tortura. A algunos les dieron el tiro de gracia en la cara: eran cinco hombres y cuatro mujeres de entre 19 y 29 años de edad.
El secretario de Seguridad Pública de Puebla, Francisco Sánchez González dijo que había un reporte de desaparición de un grupo de jóvenes de Tlaxcala, que habían viajado a la costa de Oaxaca, concretamente a las paradisíacas playas de Santa María Huatulco y cuyo rastro se perdió.
A finales de febrero, Angie Lizeth Pérez y Brenda Mariel Salas de 29 y 19 años de edad, salieron juntas en un Ford Fiesta desde Tlaxcala hasta Huatulco, uno de los destinos turísticos más habituales de la costa mexicana con sus doradas playas.
El día 27 sus familias perdieron el contacto con ellas.
Al día siguiente, desaparecieron Raúl Emmanuel González Lozano y Noemí Yamileth López Moratilla, ambos de 28 años vistos por última vez en Zipolite, Oaxaca, una playa especialmente para practicar el nudismo a unos 50 kilómetros de donde se perdió la pista de Angie y Brenda. La Fiscalía de Oaxaca recibió las cuatro denuncias por desaparición.
De Zipolite (voz zapoteco, que traducida al español sería Playa de Muertos), también el 28 de febrero se llevaron a Jacqueline Ailet Meza, de 23 años, según contó su madre en una publicación de Facebook:
“Por favor, les pido de su ayuda, mi hija desapareció la noche de ayer en una playa de Huatulco en Zipolite, la levantaron y hasta el momento de hoy no sabemos nada de mi hija. Fue levantada en un local de comida cerca de la misma playa, la esperan dos pequeños de cinco y tres años de edad”.
Luego presentó la denuncia respectiva ante la Comisión de Búsqueda de Oaxaca.
Ese mismo día y en ese mismo lugar, se pierde el rastro de Lesly Noya de 21 años, a las 11 de la mañana del 28 de febrero fue la última vez que su familia supo de ella, por lo que inmediatamente denunciaron su desaparición en la Fiscalía de Tlaxcala, de donde era la joven.
En total, las autoridades de Oaxaca y Tlaxcala emitieron fichas de búsqueda para estas seis personas. Pero además, en redes sociales amigos y familiares advirtieron de la desaparición de Rubén Antonio Ramos y Rolando Armando Evaristo, ambos de 22 años y también de Tlaxcala.
No se sabe cuándo o dónde desaparecieron, pero los amigos compartieron sus fichas de búsqueda junto a las otras seis.
Pero aquí es donde viene el mar de dudas y complicidades evidentes entre policías, narcos, políticos, soplones, espías, como si fuera una película de narcotraficantes donde los eventos terroristas son el personaje central.
Angie Lizeth fue localizada con vida en Puebla, pero las autoridades ocultaron detalles sobre su rescate. El caso tomó por sorpresa a todos: según los periodistas de El Sol de Puebla, las autoridades de Tlaxcala solicitaron la colaboración de las fiscalías de Puebla y Oaxaca para investigar si los cuerpos encontrados correspondían a los jóvenes desaparecidos.
Ese mismo día que encontraron los cuerpos, se registró la ejecución de José Alfredo Lavariega Canseco, Amigo Jocha, excandidato a alcalde por el Partido Encuentro Social (PES) y dueño del pequeño Hospedaje Jocha, aunque últimamente ya era de Morena y hacía proselitismo para ganar un lugar.
Lavariega fue asesinado a bordo de su auto, en la Barra de Copalita, en San Miguel del Puerto, Pochutla, allí por Las Cascadas Mágicas de Copalitilla, le dejaron a un lado una cartulina que lo involucraba en hechos delictivos graves.
Pero luego aquí es donde se filtra parte de la declaración de una rescatada de secuestro porque en contraste, otra de las desaparecidas y originaria de los municipios tlaxcaltecas de Apizaco, Tzompantepec y Yauhquemehcan: Brenda Mariel Salas Moya, fue encontrada en Tehuacán, Puebla, donde contó que fue golpeada, pero que fue abandonada en una carretera por sus captores.
En su declaración contó que ella y Angie Lizeth, salieron del Hospedaje Jocha y fueron interceptadas por una patrulla de la policía de Huatulco:
“Nos golpearon, nos taparon la cara con capuchas, me tuvieron encerrada y luego me abandonaron en la carretera, pero ni supe dónde”.
El Hospedaje Jocha está ubicado en Crucecita, municipio de Huatulco, propiedad de José Alfredo Lavariega, Amigo Jocha.
Por eso se sospecha que los jóvenes de Tlaxcala fueron reclutados por Amigo Jocha, incluso circula un video y conversaciones de WhatsApp que muestran una supuesta relación de Raúl Emmanuel, como también de Uriel, Rubén Antonio y Rolando Antonio, los varones de Tlaxcala desaparecidos.
Hasta el momento no hay una versión oficial de la Fiscalía de Puebla, tan sólo una declaración de su titular, Idamis Pastor Betancourt, que pidió sigilo en la investigación: “para no entorpecer las investigaciones”.
En Oaxaca, el caso quedó a cargo de la Unidad de Personas No Localizadas (DNOL) y la Unidad de Búsqueda de Personas desaparecidas de la Vicefiscalía General de Atención a Víctimas y la Sociedad, con el apoyo de la Vicefiscalía Regional de la Costa y la Agencia Estatal de Investigaciones.
Existe la versión de que los jóvenes tlaxcaltecas fueron invitados a Huatulco para trabajar al lado del ahora morenista Amigo Jocha:
Formaban parte de un grupo de WhatsApp denominado “Zacapuaxtlas” (reconocidos por derrotar con Ignacio Zaragoza al ejército francés, ahora los más pobres de México).
En redes sociales se han difundido supuestas conversaciones en las que los integrantes del grupo se avisaron que algo estaba ocurriendo.
Se sabe que Amigo Jocha, estaba involucrado en fraudes relacionados, entre otras cosas, con la venta de paquetes turísticos, como la registrada en Matamoros, Tamaulipas, con “De pata de perro”.
Pero la intriga del caso se hace más patente y peor que a Trump, supuestamente, ya le están informando los detalles, como por ejemplo algunas situaciones:
Desde el primer momento llamó la atención de expertos en seguridad, pues el detalle de las manos cercenadas se trata de un castigo clásico del crimen organizado a quien tomó algo que no le pertenecía.
Además del testimonio que involucra a la Policía Municipal de Huatulco, está el hecho de que el automóvil en el que los nueve cuerpos fueron encontrados tuvo que hacer un viaje de casi más de 450 kilómetros para llegar a San José Miahuatlán, en las inmediaciones de Tehuacán, Puebla.
Es un viaje de por lo menos siete horas, atravesando casetas, retenes y puestos de la Guardia Nacional —en las que ojo—, ningún policía, ni jefes, supervisores, coordinadores, se dieron cuenta.
El viaje de un auto con cuerpos apilados cercenados da la idea del grado de impunidad que hoy se vive en Oaxaca, cuya comida es patrimonio de la humanidad, un estado en el que grandes extensiones de los 570 municipios, fueron tomados por el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG).
Se vieron sacudidos por el pleito con el Cártel de Sinaloa como con células del Cártel de Caborca que opera desde la costa de Guerrero y considerados por Trump como terroristas, es una tragedia.
Pero, la red de policías municipales y células locales del crimen organizado está detrás de la masacre de los jóvenes que viajaron de Tlaxcala a las costas de Oaxaca, eso ya lo sabe Trump y, nerviosa, Claudia Sheinbaum se truena los dedos.