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EN EL ROCK AND ROLL TAMBIÉN SE VALEN LOS TRÍOS…

Juan Alberto Cedillo - 24 julio, 2021

La calurosa tarde comenzó a ceder ante una fresca brisa que recorre el bullicioso mercadillo ubicado en la “Plaza del Chorro”, en el primer cuadro de la ciudad de Monterrey.

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La calurosa tarde comenzó a ceder ante una fresca brisa que recorre el bullicioso mercadillo ubicado en la “Plaza del Chorro”, en el primer cuadro de la ciudad de Monterrey.

El aire fresco arribó casi al mismo tiempo en que iniciaron los primeros acordes de una antigua melodía que provocó que cuerpos que anteriormente eran más esbeltos -y sus rostros con huellas de miles de batallas por la vida- comenzaran a balancearse al compás de las notas que emite una batería, un bajo y una guitarra.

La antigua canción iluminó las facciones de los danzantes. Muestran una evidente alegría. Los transporta a esos años cuando sus cuerpos estaban más erguidos: la década que cambió el paradigma global heredado de una “Moral Victoriana”, cuando la rebeldía se convirtió en una norma para los jóvenes. Esos años en que “el exceso no fue suficiente”.

Los cuerpos que se mueven cadenciosos, con gran ritmo, jubilosos y disfrutando la música, contrastan con los espigados músicos que la emiten. Pequeños, de faz lozana, sin marcas de batallas por la vida, que pareciese que apenas acaban de salir de la adolescencia.

El grupo que interpreta las añejas canciones se llama “Rock and Roll Trío”, especializado en rock en español de los años sesenta y tiene apenas tres años de haberse formado, contó Max, el líder de la banda.

“Nosotros nacimos en la época equivocada”, enfatizó.

Max, aún no alcanza los 30 años de edad. Comenzó a tocar la guitarra desde que tenía 8 años y su hermana menor Grecia, de escasos 21 años, desde los 5 años aprendió a tocar el bajo, además del ukelele.

“Estudiamos música en la escuela y en cursos y talleres. Y con clases particulares, tuvimos como maestros a varios integrantes de grupos, como Payaso Carnavalito”.

Los viernes por la tarde, cuando termina la jornada laboral, Rock Trío logra reunir en la plaza de “el Chorro” a ex empleados de todo tipo de oficios ahora jubilados, quienes se concentran en recordar sus “años maravillosos”.

“Grecia y yo somos hermanos, el baterista lo reclutamos de otro grupo donde estábamos, que se llamó “Chayote Bill” y lo cambiamos a Rock and Roll Trío porque ahora tocamos música de los años sesenta. Antes tocamos Rock Urbano como Botellita de Jerez”, contó en entrevista el líder de la banda.

Sus fans del mercado se reúnen todos los viernes por la tarde a disfrutar la música con viejos atuendos: blusas floreadas y de brillantes colores, bandas en el pelo y pantalones “acampanados” que los transportan a la época de los “hippies”.

“Tocamos pura música de los 60s porque venimos de una familia rocanrolera. Nuestro tío en la época de los sesenta tuvo un grupo en la colonia Nuevo Repueblo, que se llamaban Los Flyers, mi tío era el requintista”.

La música del conjunto de rock invade todos los rincones de la plaza, concurrida por cientos de paseantes que “husmean” en los múltiples puestos de comida, de productos orgánicos, ropa, libros, antigüedades, etcétera.

“Mi tío y mi mamá siempre nos enseñaron esa música. Siempre hemos vivido así, además algunas amistades que hemos tenido, como ex integrantes de los Signos, Los Rockers, los Toppers, los Summers varios grupos, nuestra influencia fue el Payaso Carnavalito, era de Monterrey, de la Colonia Independencia pero sus últimos años los vivió en Guadalupe”.

Cuando la música que interpretan estuvo de moda -en la época donde la mayoría de las casas sólo había viejos aparatos de radio- los tres integrantes del grupo aún no habían nacido, incluso sus padres apenas eran unos adolescentes.

Además de la radio, en los hogares de clase media, se contaba con las “modernas” consolas que reproducen los discos de acetatos, los pequeños de 45 revoluciones y los grandes Long Play (LP) de 33 revoluciones por minuto, que se caracterizaban por su “surcos” donde está grabada la música. Se reproducía por una aguja que la amplifica en una bocina; el primer formato de grabación a gran escala que después continúo con el cassette, éste evolucionó al DVD para finalmente llegar al actual formato digital.

“Mi mamá nos ponía discos de 45 revoluciones y LPs, tenía bastantes discos. Desde chicos nos pusieron esa música”.

“Nosotros nos enfocamos más en tocar música en español y algo en inglés”.

Los ritmos cadenciosos, con acordes simples, con los que se componen las famosas melodías de la década de los años cincuenta, sesenta y sesenta del Siglo XX desencadenan su magia para dotar a cuerpos evidentemente cansados con inagotable energía que los hace bailar durante horas.

Sus rostros iluminados de júbilo, con sus ojos cerrados para sentir el ritmo, atraen la mirada de decenas de pasantes del mercadito. Se acercan, toman sus móviles para grabar y sacar fotos del espectáculo. Los rodean, aplauden y también se balancean al compás de la música.

Las melodías invaden todos los rincones de la plaza y los acordes se suman al bullicio de oferentes y “marchantes” que venden todo tipo de productos: pan y jabones artesanales, comida vegana, antigüedades, libros, ropa, piedras energéticas, etcétera.

Max describe cómo se contagian de la alegría que sus canosos fans sienten con su música: “Sentimos bonito, es una forma que nos transporta a esa época. Sus vestimentas, sus bailes. Grecia y yo pensamos que vivimos en una época equivocada”.

“Se siente esa felicidad, y nos hace felices. Nosotros no sabemos bailar esa música pero nos gusta verlos bailar”.

La mayoría de sus fans son gente adulta que los sigue desde que comenzaron a tocar en el Metro Cuauhtémoc y “esos fans no los trajimos para acá”.

“Tenemos canciones para tocar 7 horas de música. Por hora son alrededor de 24 canciones. Pero también nos piden canciones hippies de los 70 que no conocemos”.

Max destaca que para adentrarse a la época de los sesenta también observan los viejos vídeos de programa de la antigua TV como Orfeón a Go Go y otros programas en Youtube.

“Hemos estudiado canciones poco conocidas. Tratamos de buscar canciones que no son tan comunes como de Polo, de Vianey Valdez y otras, como baladas de “Noches y Días Perdidos”, “Pero yo no lo conozco” de los Beibis. O “España Tuits”, de Bill Haley.

“Tocamos en varios lugares donde nos contratan, tocamos dos horas. En la Tumba, en Café Iguana y otros lugares”.

La tarde comienza a ceder Se oscurece y se encienden luces de los puestos del tianguis pero el bullicio del mercado crece, antes de apagarse.

Mientras los cuerpos cadenciosos continúan balanceándose con ritmo y júbilo, al compás de “Popotitos”, “Revolution”, “Chica Ye Ye”, “España Tuits”, “La Plaga”, “El Rock de la cárcel”, etcétera, etcétera, etcétera.

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